María Angustias Castro Ángel, 1º Premio Menores 21 años, Searus-1993


MARÍA ANGUSTIAS CASTRO ÁNGEL

         
Nota Biográfica

          María Angustias Castro Ángel nace en Granada el 7 de Junio de 1974, ciudad en la que reside en la actualidad.
          Con siete años, en 2º de E.G.B. gana su primer concurso de poesía, en los años posteriores sus proyectos y sueños van marcados por la literatura.
          En 1993 comienza a cursar sus estudios de filología en la Facultad de Filosofía y Letras de Granada. Participa con su poemario “Por arte de magia” en el XVI Certamen de poesía SEARUS, obteniendo el primer premio entre los poetas andaluces menores de 21 años.
          “Por arte de magia” es una serie de poemas, que de tan íntimos resultan mágicos. Es el canto de una esperanza oculta que pronto comienza a desvelarse y a abrir camino a una nueva vida.
          Tiene realizado hasta cuarto curso de danza española en la Escuela de Arte Dramático y Danza de Granada, con los cursos complementarios de música y expresión corporal.
          Su tema preferido es el amor, el amor universal, el amor como centro de vida para cada momento, en cada acto cotidiano. Así, no solo encuentra una gran aventura en el hacer diario, sino que además engrandece todas las pequeñas cositas de cada día.
          Su lema es Carpe Diem.

María Angustias Castro Ángel, noviembre de 1994




Obra: “POR ARTE DE MAFIA”
1º Premio Menores de 21 años
XVI Certamen de Poesía Searus, 1993




          “En la tarde más vacía te he encontrado, sentado,
tranquilo sobre las hojas secas que ví nacer hace un
año: sigues siendo el mismo príncipe con nombre de flor
negra. Un ser de intenciones magas”.



          A ti, que estás cuidando tu flor oculta,
brillante, inmensa.
          A ti que eres mi mejor mago.



          A ti,
que me dijiste adiós cuando volví de lejos
en el último instante de la feria.

          Para que vengas pronto a contarme y dormirme,
por las aves y el cielo.



          Soy reversible y descanso en ti.
          Despertar si amanece me hiere el pensamiento.
          Se han llenado de flores tus ojos agridulces, tam-
bién de sol temprano, de pájaros valientes que traspa-
san con ávidos vuelos la blancura.
          El primer impulso fuerte esta mañana ha sido
llorar y poder arrullarme entre las hojas; el primer ins-
tinto me lo ha saciado el otoño interno y te conocí. Mi
primer estío en la mañana era un río caudaloso salpi-
cando tu nombre o el nombre de los sueños.
          Es imposible, está bien, no te reprocharé que me
Aparezcas. Súbitamente me distraigo: tanta naturaleza
como único recurso no aprenderá a entretenerse por tu
sombra.



          Están los caballitos moviéndose
por dentro de la vida y por fuera del eje de las noches.
          Clara, si estuvieras conmigo
Estancaríamos el tiempo en el galope.



Has vuelto por la noche. Te adelantas al frío.
Y yo me pierdo nuevamente en lo absoluto.



Si quieres un candil cógeme por los brazos.
Cerrada ya la noche dame un beso muy fuerte.
La luz de tanta muerte salga por las rendijas.



          Olvidé los ojos en el aire.
          La existencia en un puño, el corazón tantas veces…
          Busqué la médula de vida.
          La feria y el alma en torno al carrusel.
          Me supe niña jugando en soledad,
triste y viva –en juego–
abracé el amor abandonado.

          Y tuve que encontrar el hueco justo
que me diera cabida en el sentido.



          Mago, tú también guardas las mil flores de
amante. Escondidas las tienes donde nadie te hurga.
Crees que las raíces se agarran a tu cuerpo, se agarran
a Su cuerpo; se agarran a la tierra y enraízan temblando
incógnitas, costumbres.

          Para ir a misterio que los pájaros vuelen y te
vuelen los ojos, y que se claven fijos en un punto perdi-
do.
          Alcanza la pupila, derrama la inocencia, ponme
los malestares en el sombrero mágico. Y grita, grita en
alto las palabras tremendas, las que nos guíen ciertos
por tantas horas frías. Y vamos a saciarnos. Sácame
del sombrero purpurina celeste, sopla muy delicado;
piensa en la voz secreta espárceme la magia. Que
detrás  de tus ojos y en el espacio en tierra se va a
engendrar la vida.
          Sopla la purpurina y concédeme un deseo si lo
necesitamos: contenme en las corolas de tus flores de
amante.



          Han crecido a mis pies las amapolas,
la cizaña y el trigo se abren hueco dentro.
          Y tú que recoges –labrador de costumbres,
con el sol a la espalda y seguros los años,
cumplida la promesa, prometido el abismo–
elígeme si es hora y cíñeme a tu empeño.



          Tú eres paloma blanca que surge entre las manos.

Vuelas y compadeces, te haces uno y nos cantas.
          Tanta magia celeste nos deja encandilados.

          Yo si te aplaudo a ti es por tu fuente clara.
          Simplemente señalas la varita y entonces
yo me alcanzo a cogerla para estar a la altura
en la nube, y el cielo,
en la misma ventana desde donde te asomos.

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