Mari Carmen Ayala-1980


Mª del Carmen Ayala Fernández-Santacruz nace en Los Palacios y Villafranca en 1957. Trabaja desde hace 29 años en la vecina localidad de Dos Hermanas, "donde trabaja como funcionaria en el Consistorio nazareno. Licenciada en Filología y Derecho, además de escritora, lo que le ha valido para tener publicados tres libros en solitario; "Senderos de otoño", "A través de tus ojos" y "En proceso", junto con una cuarta obra en la que participaron varios autores y que lleva por título "Por la ventana".".../ Publicado en el la edición digital del diario ABC de Sevilla el 20 de octubre de 2014.

Mª Carmen Ayala Fernández-Santacruz.
 Foto tomada de su perfil de facebook





MARI CARMEN AYALA

Obra: “Al río Guadalquivir y 
al paseo del Marqués de Contadero”.
3º Premio Local, III Certamen de Poesía Searus, año 1980.
                                                      
                    I
Camino del Marqués de Contadero
sentí dolor, Sevilla, de tu ausencia,
sentí dolor, Sevilla, de tus hombres
y mujeres, Sevilla, sentí miedo.
El hombre de la cumbre tiene fuerzas
para crear delicias en los parques,
llenándolos de acacias y palmeras,
de grama y de rosales, de esperanza.
El hombre de la cumbre tiene fuerzas
en donde los demás se precipitan,
en el lago sin fondo de las sombras,
desgastados los siglos en la piedra.

                    II
Y surge el canto oscuro,
Marqués de Contadero,
los bancos tienen sol
y el río
nada en los peces muertos.
Y pensar
lo bonito que fuera
el paseo.
Pero
el río
se quiebra en el color
que se desliza
muerto, verde, muerto.

                    III
Paseo del Marqués de Contadero,
los hombres que dirigen las ciudades,
los ríos como hombres que te hicieron,
volvieron tu cabeza de aristócrata
y tus ojos de niño en terciopelo.
Y nosotros,
los turbios caminantes,
seguimos cada tarde en el acecho
de cambiarte la cara y de llevarte
a Cazorla, distante, donde nuevo
baja y canta riendo.

                    IV
Marqués de Contadero,
niño de pueblo en domingo
con sus zapatos nuevos.

                    V
Guadalquivir,
también alguna vez
eras de fuego.
Más tarde te arrancaron la alegría
de pasar por Sevilla
cristalino y risueño;
te taparon la cara;
te cerraron los ojos;
te vistieron
con colores ajados
y te hicieron el muerto.
La primavera llega con brisas y con pájaros
y Sevilla no sabe lo que ha hecho
cuando mira tu cuna
y no levanta
la voz
con que te hirieron.
Galopa, río, estanque,
y clava tu puñal en el vientre del tiempo.

Manuel de Fora-1980

MANUEL DE FORA
                                                                                                                                         
Obra: “Al rescoldo del vértigo furtivo
como quién endulza lo amargo y saborea”.
2º Premio Local, III Certamen de Poesía Searus, año 1980.
                                                                                                                     
                    I
Quiero labrar la sombra de la muerte
y desbordar el charco de la vida
para enterrar la musa y conocerte
cada extensión de surco y cada herida.

Y levantar la reja de la suerte
para vagar la tierra y desmedida,
para ayuntar profundo y detenerte,
ay, eterno, del barro desprendida.

Quiero exhalar el grito ya cercano
 y recoger lo amargo y la fatiga,
para rugir de nuevo entre las olas.

Quiero arrancar la sombra de la mano
y la raíz profunda de la espiga
al desgarrar tu llanto de amapolas.


                    II
Por desatar el tiempo la tormenta
sobre tu vientre pálido y helado,
precipitó la noche descontenta
un desgarrón de carne a tu costado.

Y atropelló la aurora más sedienta
un corazón desnudo, ya cansado
de amar la muerte ávida que alienta
por un instante un sueño desbordado.

Se fue la tarde gris en primavera,
empapada de gritos interiores,
vagabunda de voces por la cera.

Infinita de nubes y esplendores.
Se fue la cinta en flor de tu cadera
como un canto nocturno entre las flores.

Juan García-1979

JUAN GARCÍA GARRIDO


Juan García Garrido.
Foto: Ayuntamiento Los Palacios y Vfca.



Biografía

          “Cuando me pongo frente a un papel para escribir algo de mi vida, se me hace tan difícil, que preferiría no hacerlo. Cuando es poco, lo que se podría contar en unos cuadrados y limitados folios.

          Me llano Juan García Garrido; nací en Los Palacios y Villafranca, en la calle Buenavista el día 29 de marzo de 1960.

          Mi vida, diría que es sencilla y corriente como la de cualquier persona de la calle. Desde niño, como dijo el poeta: “fui a los golpes destinado…” En intentos de salvarme, he buscado en el corazón de los hombres; el dolor que expulsa su tristeza hasta sentir en mí, los sentimientos y escribir lo que llamo POESÍA.

          Por ello, me manifiesto utilizándola en la lucha continua por la libertad de los hombres, que soñaron y sueñan, con ser niños algún día.

          Creo, que este cuadro y limitado folio, lleva… algo de mi vida”         

Juan García, primavera de 1982.


Obra: “Sin Título”

2º Premio Local, II certamen de Poesía Searus, año 1979.

 

                                                 …29 de mayo de 1979



          Por un momento,

he abierto la ventana,

tras el cristal transparente

sólo imágenes aburridas.

          En el campo, quizás la flor

baile al ritmo del viento.

          Las voces, los gritos y el ruido

no son los mismos.

          Los niños dejan la mano de su abuelo

para pasear en solitario.

          Tal vez en el campo

la flor baile de alegría.

          Es aquí;

donde las pisoteadas calles

de asfalto son más tristes,

sólo el viento, de tarde en tarde

barre el polvo peregrino.

          Es el hombre quien levanta la cabeza

para gritar con súplicas inútiles.

          Me siento débil porque he pensado

y en mis entrañas

el sudor es más lento y frío.

          En el campo

quizás la flor pueda

gritar en su silencio.

          Cobarde y soñador, roto,

cansado y destruido en mis adentros;

sin nadie que me regale un juguete para sentirme niño.

          Mi casa, levantada de paredes blancas

sólo habla de tristeza.

          Ya soy mayor:

demasiado tarde se aprende lo que es el tiempo,

los años, los días, las horas, LA VIDA.

          Pero fue ayer, cuando a escondidas

pedía pesetas la tarde de algún domingo.

          Sí, recorreré las calles

en el silencio de mi soledad,

y sólo el loco borracho

estará sentado en una acera

contemplando las estrellas.

Manuel Sollo-1978

MANUEL SOLLO FERNÁNDEZ

Biografía

                                                                                         (A MIS PADRES)

Escribir un “currículum”, desde la premura y la incertidumbre de los 21 años, quizá sea un acto de osadía. Volver la cabeza siempre entraña el peligro de la petrificación o la sensación del vacío, aunque sólo nos referimos a los aspectos más circunstanciales de nuestra vida. Pero no hay que ser ingratos con el pasado. Seamos dignos.

Nací en Los Palacios (Sevilla), el 17 de diciembre de 1.960. La infancia se me presenta como un racimo de recuerdos aislados. Luego, crecí entre el olor nauseabundo de los hospitales, la escuela de la Parroquia y la rigidez clasista de los Salesianos de Utrera.

A los 14 años llegué al Instituto Valme de Dos Hermanas. Comencé a escribir de la mano de dos amigos, Antonio García, profesor de Literatura, y Paco Navas. Ellos me enseñaron el poder mágico de las palabras. Mientras, entre clase y clase, aprendía que la libertad, la rebeldía y la justicia son como el aire, como el amor, como la esperanza. Y leía, leía para entender, para conocer, para desentrañar las claves de un mundo y un vivir maravilloso y complejo, quizás absurdos y suicidas.

          En 1.977 gané el I Premio de Poesía Popular de La Algaba. Al año siguiente, un grupo de “aprendices de poeta” decidimos publicar una antología de nuestros versos. Nació “Por la ventana”, con la ilusión que provoca la letra impresa, pero también, con la indiferencia posterior que produce una aventura adolescente. Al terminar COU, me concedieron el segundo premio del certamen “Poesía Joven”, convocado por el instituto de Vélez Málaga. Carmen Ayala me enseñaba bien el ritmo sensual del endecasílabo.

          Después vine a Madrid, donde actualmente estudio 3º de Periodismo y trabajo como redactor de la revista Noticias Obreras. Habitado por el virus del lenguaje, escribo y leo, busco y me busco. Por… amor a la vida, simplemente.
                                                                                                                                                   
                    “yo no sé decirte nada más
                        pero tú debes comprender
                        que yo aún estoy en el comino
                        …en el camino”.
                                   J. A. Goytisolo.

Madrid, 25 de abrid de 1982

Obra: “Divagaciones tristes tras una borrachera indecente”
(Porque al fin y al cabo, nuestro tiempo estaba por venir)
2º Premio Local, I Certamen de Poesía Searus, año 1978.

Y DE NUEVO ME HE VUELTO A QUEDAR SOLO

          “Qué horrible sensación de soledad,
en la negra neurosis, inflamada
en las voces opacas del silencio
más íntimo, que pudo ser ya nuestro”

          Y de nuevo me he vuelto a quedar solo,
y casualmente hoy
es triste
la tristeza
de tanta gente como inunda el mundo.

          Y de nuevo me he vuelto a quedar solo,
con mis huellas de lluvia discontinua,
con mi larga noche
rondando la espera.

          Y se me enredan las manos en la mirada
gris, del no saber
por qué  acaso no troncho las espigas del camino
en sangre esparcida por los ojos.

          Y de nuevo me he vuelto a quedar solo,
con la cara del vivir mismo que no entiendes,
ni entiendo,
del absurdo mismo que puede ser vivir.


“PASEAMOS POR LA CALLE COMO SI FUERA EL AMOR”
A.García

(A Elisa, mi pequeño desastre, por siempre)

          Después
de que el cristal se volviera estéril
al compás inusitado de la lluvia,
reencuentro
la adelfa que dio forma a mis manos
de viejo alfarero de esperanzas.

          De nuevo abres mis calles a la aurora
y vivir tiene un nombre de catorce rosas perfumadas.

          No entendíamos las largas embestidas de las tardes
solas,
se amontonaban palabras torpes
en las horas que empujan,
los minutos,
en el melancólico devenir diario
de nosotros mismos,
como un “te quiero” a destiempo
que desgarra
el lento paso
de una lluvia más ligera,
sobre tus posibles miedos
al vacío de una mañana
sin sol,
sobre mis posibles culpas
de adolescente inmaduro.

          De nuevo abres mis calles a la aurora
y vivir tiene un nombre de catorce rosas perfumadas.

          Y acaso comprendernos es difícil,
y mirarnos
esquivar una pregunta trascendente,
pero ya nunca es lo mismo,
ayer ya no es lo mismo
no son los mismos
caminos
en la lluvia
de aquella tarde
que ocultas en páginas de espera.

          Pero ya nunca es lo mismo,
ni los tempranos pasos que erigen la aurora
del alfarero viejo,
sobre el deshojado silencio
de nosotros.


“CON EL DOLOR DE LOS HOMBRES…
UN RECUERDO A P. NERUDA”
          “Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes…”
                                                           (P. Neruda)


Las redes están rotas.
          Perdonadme,
no tuve tiempo para
nada.
          Comprendedlo,
era una hecatombe de culpa
que hacía arrastrar las manos
en el fango.

          El mar se hace agrio.
          Los huérfanos
devoran las orillas
de todo el imperfecto Caín
que se adentra,
a la par de un grito,
en los turbios arrabales
de la inconsciencia.

          Se viene con demasiadas cargas eléctricas,
después de mucho agobio
por sendas que palpitan
el impulso sereno de un nuevo impulso
a otros muslos
de pasos
menos encallados.

          Perdonadme,
os tengo que pedir perdón.
(Todo se está volviendo agrio).

          Concedédmelo.
          Las redes llevan demasiados siglos
rotas…

          No es excusa,
es el mar viniendo a ahogarme
aquí, al silencio a grito
que guardo
naufragando en mis mejillas.

          Venid,
traed la red,
mirad,
se nos agolpa
una tempestad de esperanza
que brota del pulso,
antes vencido,
de una mirada.

          Y aún me hundo…
y son muchos hombres ya
con la tempestad en la garganta.

          Y la red…
en el agrio del mar agonizaba…



Manuel Bernal Romero-1980



MANUEL BERNAL ROMERO

Manuel Bernal Romero. Foto publicada por bubok


Biografía



Nací en Sevilla un 30 de diciembre de 1962; para vivir desde siempre en Los Palacios.

          Me enseñaron a caminar y caminé. Me enseñaron a hablar y hablé. Comprendí, entonces, que los caminos podían ser todo lo largo que uno se imagine, y me tomé la libertad de hacer algo que no se me había enseñado.

          Ahora, cada vez que miro la luna, cada vez que me inundo de azahares por las calles andaluzas, cada vez que respiro entre los versos de un poema, siento toda la plenitud de la libertad no enseñada.

          Me gusta sentir la lluvia al caer; la luz sosegada de la tarde, encrespada de noche al marcharse. Me gusta extasiarme ante el vuelo del pájaro inundado de horizonte hasta perderse. Me gusta la piedra y el cielo, la flor y la estrella; el alfa y el omega.

          Mi poesía, ignoro hacia donde camina. No tengo ninguna línea regular de autobuses, por excelencia en mi alma. Sé, que un día leí a Bécquer y me gustó, a Lorca y me gustó, a Juan Ramón y me gustó, a Aleixandre y me gustó, a Tagore… y me gustó…Sé, que un día leí en tus ojos y me gustaron.

          Nombro a estos pasajeros de mi alma, porque ellos han sido la vereda, desde donde contemplé los atardeceres de mis alas. También sé, que algún otro se habrá quedado en el desván de mi memoria; soñando –tal vez– que un poquitín más tarde me mirará y yo, pequeño, frágil, casi esfumado, le daré –como cada día– las gracias.



Además de la poesía, mi joven obra literaria se extiende a:



Dos novelas cortas: “¿Por qué lloras, mi vida?” y “Los dioses de los mayores son idiotas”.

Algún cuento ya perdido.

Una obra de teatro: “El vendedor de chicles” (Representada por un grupo de amigos y posteriormente reformada).

Algunas colaboraciones en las publicaciones locales: Acequia, Triquitraque, Searus.

Publicación de un libro conjuntamente con otros poetas locales: “Por la ventana”.



Y siempre, aun en la novela y el teatro, al borde de la poesía; con la herida de la filosofía idealista que habitualmente me abraza.



Manuel Bernal, primavera de 1982




Obra: “Un hueco en el viento”.

1º Premio Local, III Certamen de Poesía Searus, año 1980.


“A mi hermana, piedra del cementerio a los 2 años”



                  I

            Soledad,

en el viento duermen como siempre,

aquellos niños rotos que fueron de porcelana.



          Tendrás que abrir tu vientre y contarme

al oído, tus silencios;

y ay, no es necesario dormir;

hoy, cuando las olas del mar

                              –-supongo–

se abracen a la arena rosa de la playa

habrá un niño que se ha caído al suelo en trozos;

pero mañana

          –de eso no te olvides–

arrancará el viento de la vida aquel niño que nunca cayó,

¡Pobre! Sólo el abrazo eterno de la tierra

le recordará entonces que le quiere,

y unas flores,

soñarán, quién sabe con qué.



          Imposible,

los niños se van volando en eternas figuras de viento,

allá, en la torre,

yo sé,

que el viento amasa las almas,

y luego, como figuras de cristal

vendrán los chiquillos,

a asomarse a tu ventana.



          ¿Ves?

aquel tiene cara de pillo,

¡oh! se ha olvidado los ojos,

y el niño mira y remira al fuego;

¿no lo ves?

acaso no es aquel que se arranca de las llamas hacia el cielo.



          Adiós…

–espérate, te has olvidado el pañuelo…–





                   II

          Un grito de silencio,

aleteo de alas leves –cielo–.



          Nada entre las manos,

quizás entre mis labios;

como un sueño entre los besos

me abrazan,

          –¿Quiénes? –



el mar

          sus alas

                    el viento.



          Inocentemente

sin saber por qué,

me busco cada instante; y siento

cada vez,

como más cerca, como más lejos,

todo tu cuerpo claro;

minutos de espacio: sueños.



                        III

          Tarde –fugitivo llanto de mis brazos–

perfectamente sé,

que entre mis manos no existe

esencia eterna de vuelo.



          Solo,

imagino,

trozos de niños rompiendo

a manotazos el cielo.



          Sé,

que de vez en cuando, artesanos de las alas,

recorren los caminos, recogen a los niños;

y en canastillas de cristal;

chirrían porcelanas,

llantos de niños ¿muertos?.



          ¿Dónde? ¿Dónde irán?

van cogidos de la mano,

mirad sus hombros: alas,

sueños

se llevan mis ojos,

creo,

          invoco,

                    siento

y mis manos se abrazan,

y ser

imaginativa ausencia: VUELO.





                      IV

Y mirar tus pies fue el final de todo.



          Mientras tú,

eternidad,

soñabas en tus trozos caída por el suelo.



          A la tarde, tuve que imaginarme:

un puñado de figuras blancas –ángles–,

un reguero de amapolas en mi mente;

y volver y revolver

un grito de locura entre mis sienes.



          La verdad al fin y al cabo,

fue,

el silencio de tus alas.



                           V

          Después de todo sólo quedó mirar el reloj,

ver el irse y el venir de un tiempo imaginario.



          Cerrar los ojos,

y platónicamente entre las manos

abrazar el tic-tac,



          –tonto, abstracto…–

y en el retorcer de los dedos

encontrar, un aleteo futuro entre los brazos.



          Silencio, sssppp…

y al mirar al suelo,

sentir, el florecer de unos pies de porcelana

entre el alma húmeda del barro.