Tortas dobladas con cabello de ángel (cidra)


Tortas dobladas con cabello de ángel (cidra). Mostramos una sencilla receta tradicional, con los ingredientes y la manera de hacerlas como siempre se ha realizado en el pueblo.
En otra época, en la que era difícil acceder a productos de repostería porque la economía no alcanzaba o simplemente no existían establecimientos que ofreciesen los productos a los habitantes del pueblo, nuestras madres y abuelas se afanaban en las cocinas de sus casas para que en fechas señaladas como Semana Santa, Navidad, etc…no faltasen los dulces típicos de esas fechas, como por ejemplo son las tortas “doblás” de sidra o cabello de ángel.
Agradecemos la colaboración de Luisa García González, porque de ella es la receta que presentamos, también la ayuda, siempre inestimable de nuestra amiga Margarita.

Tortas  "doblás" con cidra. Foto: Recetas y sonrisas.





INGREDIENTES:

Aceite de oliva, vino blanco, harina de trigo, levadura Royal, azúcar blanca, canela en polvo y cabello de ángel.


PREPARACIÓN:


Mezclamos los ingredientes en un lebrillo. Comenzamos vertiendo la cantidad de harina que vayamos a usar, a la que añadiremos un sobrecito de levadura Royal. Mezclamos y tamizamos y luego añadimos un vaso de aceite y uno de vino, en esa proporción, hasta que la masa quede maleable y suave. Una vez que la masa la veamos lista, podemos dejarla reposar durante al menos una hora. Una vez pasado ese tiempo de reposo podemos formar bolas con la masa, para posteriormente ponerlas planas con la ayuda del platito de una taza, formando figuras con la forma de una circunferencia. 

Bolitas hechas con la masa. Foto: Recetas y sonrisas.




Rellenaremos la semicircunferencia de la masa con cabello de ángel y doblamos la otra mitad. Cerramos la torta formada para que no se salga el relleno presionado los lados con los pinchos de un tenedor. Finalizamos la tarea presionando los bordes.

Añadimos la sidra. Foto: Recetas y sonrisas.



Cerramos la torta. Foto: Recetas y sonrisas.



Las ponemos a freír, y una vez fritas las retiramos del aceite.

Previamente habremos preparado en un plato una mezcla de azúcar y canela, y rebozamos las tortas cuando aún están calientes. Las dejamos enfriar hasta que notemos que en su interior están frías, y será entonces cuando podamos empezar a degustarlas.

Mezclamos azúcar y canela. Foto: Recetas y sonrisas.


Tortas doblás con cidra. Foto: Recetas y sonrisas.



También se pueden almelar (pasar por la miel) y freír en el aceite que añadamos a la masa una cierta cantidad de matalahúva (para darle sabor). Incluso hay personas que hacen las tortas dobladas con la misma masa que se usa para hacer los pestiños. También podríamos usar manteca de cerdo en lugar de aceite de oliva, ya que nuestros mayores es el producto que solían usar para hacer las tortas “doblás”, al igual que las de polvorón (en Navidad).

Pero todo esto entra dentro de la máxima de “que cada maestrillo tiene su librillo”…

Asociación Cultural Searus y la receta de Luisa García González.

Marzo de 2019

Palaciegos en la Guerra de Cuba (1895-1898)


A los palaciegos que regresaron de la Guerra de Cuba (1895-1898) se les dio dos fanegas de tierra en la zona de El Cismán (Los Palacios y Villafranca)…

Entre 1895 y 1898, España realizó uno de los mayores esfuerzos bélicos de cuantos había realizado hasta esa época una potencia colonial para defender sus últimas posesiones de ultramar, enviando a Cuba alrededor de 200.000 soldados. Entre ellos viajaba un nutrido número de jóvenes palaciegos, de condición humilde, a los cuales sus familias no pudieron pagar las redenciones. Porque aunque en teoría el servicio militar era obligatorio, en la práctica sólo los pobres iban al ejército. Aquellas familias que tuvieran 300 duros (mil quinientas pesetas o dos mil pesetas en el caso de los ricos) pudieron pagar la redención que evitaba que sus hijos fueran llamados a filas. Las familias pudientes no tuvieron el menor problema en hacerlo y los jóvenes de clase alta evitaron tener que combatir. Las familias con recursos empeñaron sus tierras y cosechas. Los pobres en cambio no tuvieron ninguna salida y así, el ejército español en Cuba estaba formado en su mayor parte por desposeídos, entre los cuales se hallaban los palaciegos.

De los soldados que marcharon volvieron pocos, aunque solo un pequeño porcentaje de los fallecidos caerían en combate (unos 10.000), mientras que la inmensa mayoría, cerca de 100.000, perdieron la vida a causa de enfermedades como la fiebre amarilla, el paludismo, la disentería y la tuberculosis.



A Los Palacios y Villafranca regresaron, según nos cuentan nuestros abuelos que escucharon la historia de los suyos, pocos de los reclutas que marcharon y casi todos con problemas de salud y harapientos…

“Finalizada la Guerra de Cuba, el Gobierno de España dispuso que por parte de los Ayuntamientos se les diese dos fanegas de tierra a aquellos soldados que habían regresado a sus lugares tras largas fatigas”.

“El alcalde de Villafranca y Los Palacios (de aquellos años), acatando la orden gubernamental, decidió elegir de entre todas las tierras del término municipal las de El Cismán, ahijándole el pago conocido como Toruño del Caballo”. “Todavía hoy existe en Cismán una parcela, en el trance comprendido entre los números 6 y 7, que actualmente pertenece a la familia conocida por el sobrenombre “Cabeza Gorda”, que es nombrada con el apelativo de “Cañana del Cubano”.

Documentación: “Las Tres rayas”, Antonio Martín Begines. Relatos Motrileños de la Guerra de Cuba. Diario Crítico.
Foto: las provincias.

Miguel Sánchez Martín.
Marzo de 2019