Portal de Belén de Antonio Estévez Moreno, Navidad-2016


Antonio Estévez Moreno, pintor de Los Palacios y Villafranca, al igual que otras familias del pueblo, un año más, monta su Belén el ocho de diciembre. Su Portal no está inscrito en la lista de Belenes visitables del pueblo, pero no por ello desmerece a los que sí… En el Belén de Antonio los distintos pasajes y escenas, montadas con esmero y cariño, están realizadas con figuras hechas por él de forma artesanal. Cada año Antonio modifica la situación de los personajes y decoración de su particular Portal, tradición que heredó de sus padres. Al igual que en la Navidad del 2015, nos ha hecho llegar las fotos e imágenes que ahora les presentamos…


 




















 VIDEO DEL PORTAL DE BELÉN DE ANTONIO ESTÉVEZ MORENO





IMÁGENES PUBLICADAS EN YOUTUBE










Capítulo-0: Historias y recuerdos de "The Barking", grupo pop rock de Los Palacios y Villafranca

ASÍ COMENZÓ TODO…

Febrero de 1968. De izquierda a derecha: Manuel Rueda, Paco Moral, José Martín (“Panete”),
Enrique Domínguez y Antonio Capellán. Foto cedida por Manuel Rueda


                Manuel Rueda, a los 15 años, compró por 350 pesetas un laúd a Emilio el “Canario”, sin saber tocarlo. Ahí empezaría todo…
Mucho le costó adquirir aquel laúd…Dando la “tardeá” en el campo de su tía María después de cumplir con la “peoná” en la construcción, donde trabajaba de peón de albañil con su padre y ahorrando.

“Juan Palito” y “Manuel Cerrada” tenían una peña musical en el nº 24 del Barrio Dulce (calle Miguel Hernández), donde se reunían y tocaban diversos compases y canciones con bandurrias y laudes. En esa asociación Manuel empezó a tocar el instrumento que con tanto esfuerzo había comprado. Más tarde, con 17 años, su padre (José Bernal Pérez, conocido como Manolo Rueda) le regaló una armónica, que tampoco sabía tocar…


En el verano de 1961 en la terraza de El Desembarco actuó el grupo musical de Bellavista “Los Soñadores”. El sonido de las guitarras eléctricas dejaría cautivado a Manuel Rueda. A partir de ese día la obsesión que invadió el pensamiento de nuestro joven músico fue conseguir una de aquellas maravillas eléctricas.

Los Soñadores. Imagen tomada de lafonoteca.net

Nuevamente el ahorro y la constancia fueron, desde ese día, compañeros de viaje de Manuel…Hasta la última peseta que caía en sus manos era apartada de la circulación y guardada con esmero para lograr el propósito de comprar una guitarra eléctrica. Prueba de ello fueron las privaciones a las que de forma concienzuda se sometió, dejando de acudir al cine, una de las pocas distracciones que existían en aquellos años en el pueblo o de salir con los amigos.

En diciembre de 1962 su padre le dio 500 pesetas y su madre (Ana Galván Laínez) otras 500 pesetas, logrando de esa manera reunir las 3.360 pesetas que le costó la guitarra que adquirió en Sevilla y que sería la primera guitarra eléctrica comprada por un palaciego.

Manuel Rueda y la guitarra adquirida.
Primavera de 1963. Foto: Manuel Rueda.

La peña de “Juan Palito” cambió de ubicación, situándose en la calle Blas Infante, donde actualmente hay una hamburguesería (MAC Burger). En aquella peña fue donde Manuel Rueda escuchó por primera vez el sonido de su guitarra conectada a una radio, por carecer de amplificadores.

Calle Blas Infante, antigua Charco.
Lugar donde estuvbo ubicada la Peña de "Juan Palito"

Guillermo Distinguido, que diariamente pasaba por la peña, animaba a Manuel a formar un dúo, aunque la idea no llegaría a cuajar.

Un año más tarde Antonio Capellán compró una guitarra eléctrica y comenzaron a tocar juntos. En la foto que aparece bajo estas líneas se realizó el día que Antonio enseña a Manuel la guitarra que recién adquirida.

Antonio Capellán y Manuel Rueda.
Año 1963. Foto: Manuel Rueda.


Manuel Rueda se marcha al Servicio Militar en julio de 1965, circunstancia que aprovecha el hijo del secretario del Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca para pedirle prestada la guitarra, con el pretexto de formar un grupo entre varios amigos. Manuel se negó rotundamente, aludiendo que le había costado mucho sudor y esfuerzo y que si él quería disfrutar y hacer uso de una guitarra, se la debería comprar su familia que tenía medios para ello.

Finalizado el Servicio Militar, agosto de 1966,  Manuel comenzó a madurar junto a su amigo Antonio Capellán la idea de crear un conjunto. Pero se topaban con algunos inconvenientes como fue la falta de dinero y encontrar otros miembros para el grupo.

Manuel Rueda, Antonio Capellán, Paco Moral y Enrique Domínguez, mientras jugaban al billar en el antiguo Salón Recreativo situado en la calle Charco (Blas Infante) junto al estanco Baliño, elucubraban sobre las guitarras de Manuel y Antonio y el uso que podían hacer de ellas. Enrique siempre tuvo en mente adquirir una y a Paco le encantaba tocar la batería. “El Panete” (José Martín Molina) que jugaba en una mesa contigua a la de los cuatro amigos, al oír la conversación, se uniría al grupo ya que a él también le encantaba tocar la batería. Con estas ilusiones empezaría a germinar la idea de la formación de un grupo de música, que en un primer momento llamaron “The Barclay”.

Lugar donde estuvo ubicado
el antiguo Salón Recreativo

El mencionado nombre fue propuesto por  “El Panete”, que lo había tomado de una serie de televisión de éxito en aquellos años. No obstante, Antonio y Manuel no muy convencidos buscaron en un diccionario de inglés-español otra denominación  para el grupo y encontraron la palabra “The Barking” (Ladrido), quedando rebautizado el conjunto con el mencionado nombre en noviembre de 1967.

Febrero de 1968. De izquierda a derecha: Manuel Rueda, Paco Moral, José Martín (“Panete”),
Enrique Domínguez y Antonio Capellán. Foto cedida por Manuel Rueda

A la derecha Paco Moral, arriba Manuel Rueda, abajo Enrique Domínguez;
 a la izquierda Antonio Capellán. The Barking, 1968. Foto cedida por Manuel Rueda.


Antonio, Paco y Enrique fabricaban lozas de cemento hidráulico en “Almacenes Benítez”. Para adquirir los instrumentos musicales que necesitaban solicitaron un anticipo de sus sueldos al dueño del polvero, pero éste les negó los adelantos alegando que para música no concedía anticipos. Por tanto, no vieron otra forma que no fuese ahorrar para poder adquirir los instrumentos que necesitaban.

A mediados de septiembre de 1967, cuando habían logrado reunir cerca de seis o siete mil pesetas, acudieron a la sevillana tienda de “Viuda de Ramón Delclós”, situada en la calle Méndez Núñez, 19. Pensaban, en un primer momento, adquirir dos amplificadores y una batería, aunque el precio de dicho material ascendía a 24.000 pesetas, dinero que aún no tenían. No obstante, el encargado de la tienda les propondría previa consulta con la dueña del establecimiento firmar letras para poder comprar los instrumentos.

El acuerdo alcanzado consistió en la firma de varias letras que la empresa “Viuda de Ramón Delclós” debía envair al banco a principio de cada mes, aunque si en algún momento no se pudiera hacer frente a las mismas, Manuel Rueda quedó en que avisaría con antelación suficiente para que no fuesen devueltas. Afortunadamente no se retornó ninguna letra, saldándose la deuda de forma satisfactoria y en el tiempo convenido. Esta circunstancia ayudaría, años más tarde, a que The Barking adquiriese en el mismo establecimiento instrumentos, materiales y aparatos que les hubiese sido imposible conseguir sin dinero en efectivo.

De izquierda a derecha, arriba: Juan José “Peseta”(amigo del grupo), Guillermo “Distinguido” y Enrique Domínguez. Agachados de izquierda a derecha: Manuel Rueda y Paco Moral. Foto realizada en casa Lemos en el año 1968. Foto cedida por Manuel Rueda.

Fotos, documentación, asesoramiento y recuerdos de Manuel Rueda.

M. Sánchez Martín, Asociación Cultural Searus, noviembre de 2016.

¿De quién es la Virgen de Consolación de Utrera?

¿DE QUIÉN ES LA VIRGEN DE CONSOLACIÓN DE UTRERA?

JULIO MAYO

Varias cartas, fechadas entre 1841 y 1845, de la serie documental de los Asuntos Despachados del Archivo arzobispal de Sevilla, arrojan una serie de claves muy sugerentes respecto a la propiedad de Nuestra Señora de Consolación, en las que se discute si la imagen correspondía a la institución eclesiástica, en medio de la disputa que mantuvieron los miembros de su hermandad con el clero parroquial de Santa María de la Mesa –histórica collación de la que depende–, a cuenta de la colecturía de misas y limosnas que se recaudaban en la festividad principal de la Virgen, cada 8 de septiembre. Se suscitaba así la eterna lucha encubierta entre el clero secular y, en este caso, la hermandad de la Virgen por controlar el culto de una imagen de gran devoción, que propicia una considerable fuente de ingreso económico.

Es el propio hermano mayor, don Joaquín Giráldez, quien se dirige entonces al ministro de la Gobernación para manifestar que, después de que los frailes Mínimos fuesen expulsados definitivamente del convento, y quedasen confiscados todos los bienes de la comunidad religiosa por el Estado, el templo de la patrona de Utrera había quedado prácticamente abandonado, como la mayor parte de todos los que se hallaban a las afueras de las poblaciones. Pese a que la hermandad se había hecho cargo de su mantenimiento y el culto a la Virgen, el devoto Giráldez se quejaba de que el clero local se había adjudicado la pertenencia de la imagen, después de la marcha de los monjes. Argumenta en su escrito el hermano mayor que la apropiación se había producido a causa de una circunstancia sobrevenida, provocada excepcionalmente por los dictámenes gubernamentales y que, por tanto, los derechos de propiedad de la misma habían pasado a manos del ordinario eclesiástico de modo accidental.

Foto de Pepe Florido


Devoción de arraigo popular
El caso es que la Virgen de Consolación, después de que los religiosos abandonasen el santuario en 1835, nunca llegó a trasladarse al templo parroquial de Santa María. No recogían las leyes desamortizadoras, en ningún caso, que las tallas pasasen a la parroquia en la que hubiese estado enclavado el convento. Y sí disponían, sin embargo, que se quedasen abiertos este tipo de templos, «necesarios para la comodidad y pasto espiritual», como el utrerano, en los que residía una devoción de arraigo popular.

En el mes de agosto de 1842, se erigió precisamente una nueva hermandad bajo el título de Consolación, para canalizar la enorme devoción que aún continuaba profesándosele a la imagen, pese a que el gobierno ilustrado de Carlos III hubiese ordenado suspenderla, después de que prohibiese la celebración de la romería y procesión, por ejercitarse en ellas prácticas irrespetuosas (1771). No se trató de una extinción de la hermandad por decrecimiento del culto, sino que esta fue forzosamente suspendida como consecuencia de una exagerada medida represora, impuesta desde la Corona, sin posibilidad ninguna de reanudar su actividad hasta que la autoridad civil le facilitó, en aquellos años centrales del siglo XIX, una cierta cobertura legal mediante la aprobación de sus nuevas reglas.

Pero el misterio radica quizá, en saber interpretar adecuadamente el principio de este riquísimo fenómeno devocional. Así narra el erudito utrerano Rodrigo Caro, en su libro sobre el Santuario de Nuestra Señora de Consolación, publicado en 1622, la llegada de la Virgen: «En el año 1507, una mujer vecina de Sevilla, tenía consigo esta venerable imagen. Después de una epidemia de peste determinó venirse a Utrera, donde tenía una hija viviendo que se decía Marina Ruiz». Años más tarde, al hacerse mayor esta utrerana llevó la talla «al emparedamiento del Antigua», de donde pasó al poco tiempo a la ermita de los monjes, establecida en el camino de los espiritistas, muy cerca del actual santuario.

Nos enseña la historia de Consolación que aquella imagen, ofrecida por una señora particular, se llevó después al extrarradio del pueblo, lejos del templo parroquial, donde creció su prestigio y fama como imagen milagrosa, sin que su origen guarde relación ninguna con Santa María, para cuya iglesia ni fue hecha ni donada. De hecho, cuando a finales del mes de marzo de 1561 se hicieron cargo de la ermita los frailes Mínimos, y se protocoló ante notario el inventario de los bienes, figura asentada en la relación que hemos consultado la imagen de Nuestra Señora de Consolación. Es cierto que los derechos de la colecturía los percibía la parroquia. Pero su clerecía, como mucho, limitó siempre sus funciones a vigilar el uso digno de una representación sagrada de la Virgen María, sin que nunca interfiriera sobre las donaciones que recibían los Mínimos ni en el adorno de la efigie, como lo pone de manifiesto el hecho de que el barquito de oro lo donase, a los propios monjes, Rodrigo de Salinas en 1579, y no a la parroquial. En el pasado, la Iglesia no mostró tampoco mucha preocupación sobre la cuestión jurídica de la propiedad de la imagen, pues su interés radicaba más bien en la administración de un bien espiritual, y no en el de una talla física. 


Y porque nadie como Ella ha sabido llenar de espiritualidad mariana, y ocupar los espacios del alma de esta tierra purísima, sus hijos lucharon desde muy antiguo por acogerse bajo la protección de su Madre y Reina. Casi una década antes de que concluyera aquel floreciente siglo XVI, el ayuntamiento la había nombrado ya patrona de la localidad, aunque no se conserva el acta de la proclamación. Conocemos la noticia por otros documentos del propio Archivo municipal y los testimonios escritos del mismo Rodrigo Caro. El pueblo la hizo suya a base de amor, porque en su intermediación encontró soluciones a tantos conflictos, adversidades y fatalidades, que acabó hermanando el bello título de la advocación con su identidad misma, que en definitiva es su propia pertenencia. Razón esta por la que, desde hace ya varios siglos, Consolación es patrimonio del pueblo de Utrera.


JULIO MAYO ES HISTORIADOR
Y AUTOR DE NUMEROSOS ESTUDIOS
SOBRE CONSOLACIÓN DE UTRERA



Trabajo publicado en el blog de la Asociación Cultural Searus con la autorización de Julio Mayo. Artículo publicado el 8 de septiembre de 2016 en el diario ABC de Sevilla.


Arca de las tres llaves de Villafranca de la Marisma

Arca de las tres llaves de Villafranca de la Marisma. Baúl de madera de cedro, del 1640 aproximadamente, construido con seis piezas enterizas, restaurado por el palaciego Antonio Cruzado Pérez. Se utilizaba para guardar los ingresos del arrendamiento de las tierras comunales de Villafranca de las Marismas, con los que debían pagar a los marqueses de “Vallermoso y Paterna”, que fueron los prestamistas en la compra de la jurisdicción. De esa manera impidieron que el Duque de Arcos, señor de la vecina población de Los Palacios, comprase la villa y sus habitantes a Felipe IV. Por su libertad, los vecinos tuvieron que pagar más de nueve millones de maravedíes. El arca poseía tres llaves, que eran custodiadas por el alcalde una, el concejal de mayor edad otra y la tercera por un vecino de reconocida honradez. En la actualidad se encuentra expuesto en el pasillo de recepción de la Casa de la Cultura. Patrimonio histórico de Los Palacios y Villafranca.

Arca de las tres llaves de Villafranca de la Marisma


ARCAS DE TRES LLAVES, HISTORIA Y USOS A LOS QUE SE DESTINABAN.
Las arcas cerradas con llaves han sido muy usadas a lo largo de la historia para custodiar de forma segura valores diversos. En concreto, las arcas de tres llaves han sido utilizadas tradicionalmente en España para guardar tanto dinero como documentos. La historia Moderna de la Archivística Española acostumbró a identificar archivo con arca de tres llaves. Comprensible dado que está documentado que en numerosos lugares se usaba este tipo de continente para guardar documentación. No obstante, tanto expertos en Numismática como en Historia Económica relacionan el arca de tres llaves con un baúl donde se custodiaba y guardaba dinero, recaudación municipal, estatal, etc.  Aún se sigue usando con el mismo sentido la frase que se usaba a principios del siglo XVIII, “hacer arcas”, que según el Diccionario de la Lengua Castellana, 1726, significaba “abrirlas en las tesorerías con asistencia de los claveros, para recibir o entregar alguna cantidad”. Por tanto, amabas líneas de estudio tienen su parte de razón.

El arca de las tres llaves era la antigua “caja fuerte” de los concejos municipales, donde se guardaban todo tipo de documentación valiosa. Su nombre se debía porque, como su nombre indica, tenía tres llaves que quedaban en posesión de tres personas responsables del ayuntamiento que por regla general eran el alcalde, el secretario y el tesorero. Cada uno tenía una de las llaves que de forma mancomunada podía abrir el arca, aunque ninguno de ellos podría hacerlo sin la llave de los otros dos. Al finalizar los mandatos se entregaban las llaves a los sucesores, no sin antes comprobar que no faltaba nada en el cofre. Se aseguraba así que nadie hubiese “metido la mano” y que los documentos, cartas, órdenes reales o dineros, que formaban parte del patrimonio de las villas, permanecían.

Desde el reinado de los Reyes Católicos, siguiendo una costumbre medieval usada en las universidades, en los pueblos y municipios existía el denominado “Arca de privilegios” o “Arca de las tres llaves”. Las compilaciones legales de la época (la primera edición de la Nueva Recopilación se imprimió en 1567), aludían a las arcas de tres llaves en dos sentidos. Uno refiriéndose a los incipientes archivos, cuando en 1567 las autoridades mandaban en la Nueva Recopilación de leyes “que hagan arca donde estén los privilegios y escrituras del concejo a buen recaudo, que a lo menos tengan tres llaves, y la una la tenga la justicia y la otra uno de los regidores y la otra el escribano del concejo”. Básicamente, esos requerimientos respondían al modelo dictado por los Reyes Católicos en la pragmática dada en junio de 1500 en Sevilla. En el mismo sentido, Castillo de Bobadilla en su Política para corregidores (1597) especificaba que las escrituras y los privilegios del pueblo estuvieran “en un archivo o arca con tres cerraduras”.

El otro sentido con que la Nueva Recopilación de leyes aludía al arca de tres llaves era el uso dinerario. La compilación recogía también una disposición dada por Felipe II que decía: “mandamos que en cada lugar haya una arca de tres llaves diferentes en la parte más cómoda y segura que al ayuntamiento le pareciere, en la cual se meta todo el dinero que tuviere el pósito”. Bobadilla, por su parte, también hablaba del arca del dinero del pósito como “el arca con tres llaves”.

Este sistema obligaba a los ayuntamientos y concejos a tener un arca destinada a Archivo y a efectuar inventarios de los documentos en ella depositados. Debían reunirse el alcalde, uno de los regidores y el escribano del concejo, y los tres, cada uno con su llave y por riguroso orden, abrían las tres cerraduras que destapaban los papeles fundamentales para la vida local: Privilegios Reales, Fueros, Pragmáticas, Reales Órdenes, Cuentas de Propios,…la vida escrita de la comunidad: la fe pública de sus derechos, de sus bienes, de su vida. Pocos sabían leer y entre ellos pocos escribir, pero todos eran conscientes de la importancia del Arca y de su contenido.

Este sistema estuvo en vigor durante varios siglos. El derrumbe del Antiguo Régimen, a principios del siglo XIX, inutilizó o privó de valor legal a una parte de la documentación de los archivos municipales y favoreció su arrinconamiento en los peores lugares del Ayuntamiento o en casas de vecinos; cuando no determinó su destrucción por falta de medios para custodiarla.



EL ARCA DE LAS TRES LLAVES DE VILLAFRANCA DE LA MARISMA.

El 15 de enero de 1626, siendo Rey de España Felipe IV, se promulgó una Cédula Real en la que se dictaban normas para la venta por parte de la Corona de 20.000 vasallos. Meses más tarde, en abril de 1626, se publica una nueva Célula para completar y modificar algunos apartados de la promulgada en enero debido a la falta acuciante de liquidez de la Hacienda Real. Entre los aspectos que se dictan está el de la venta de los términos con sus correspondientes vasallos.

Estas Células Reales propiciaron que la Casa de Arcos y señor de Los Palacios comprase por 9.352.500 maravedíes de plata doble, el 2 de junio de 1631, la villa de Villafranca de la Marisma con sus vecinos (237) y su término (86 millones de varas cuadradas).

No obstante, los afrentados ciudadanos de Villafranca de la Marisma alegaron derecho de tanteo y puja por su libertad, acciones que les fue concedida por el Real Concejo de Hacienda a la vista que la petición de los vecinos era acorde con el contenido de las Reales Células promulgadas en 1626. De tal forma, los vecinos de Villafranca de la Marisma depositaron en El Real Concejo de Hacienda, el 4 de agosto de 1637, los 7.149.000 maravedíes de plata doble que el Duque había pagado hasta la fecha por la compra de Villafranca de la Marisma, fecha por tanto en la que los vecinos toman posesión de sus propias vidas, de su libertad. Aún restaba por abonar la diferencia hasta completar los 9.352.500 maravedíes más un dos por ciento para indemnizar al Duque de Arcos, que era quien había realizado la primera puja, suma que se abonaría en el transcurso del siguiente año. Formalizado el pago íntegro más los intereses y gastos, fueron confirmadas y entregadas las escrituras de exención y venta de jurisdicción el día 7 de octubre de 1637.

En el año 2008, la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca, siendo concejal de Cultura Claudio Maestre, procedió a recuperar la pieza de enorme valor y significado histórico para la villa de Villafranca de la Marisma y por extensión al pueblo de Los Palacios y Villafranca en la actualidad.

Foto tomada de Arte Sacro.

El trabajo de restauración fue obra de Antonio Cruzado Pérez, de 70 años de edad y trabajador jubilado del Ayuntamiento. Antonio, de familia de carpinteros ebanistas, trabajando en ratos libres consiguió dejar la pieza en su estado prácticamente casi original: “Lo he lijado hasta dejarlo en su estado primitivo, ha enlazado sus piezas enterizas y lo he encerado con cera virgen. La madera es de gran durabilidad, por lo que no necesita tratamiento para su conservación. El herraje es el original, salvo algunos clavos”. Según comentó el restaurador, Antonio Cruzado Pérez, el arca aunque de aspecto sobrio, es de madera de cedro que es un material noble para la época en la que se fabricó. Formada por seis piezas enterizas, lo que le lleva a suponer que procedían de un mismo árbol, enorme por otra parte. La forma en la que se ensamblan sus partes se encuentra en desuso, por la dificultad que entraña su trabajo, desde hace más de 200 años. En su restauración se mantuvieron la disposición y la forma de sus cerraduras y asas. En el interior existía un compartimento y un pequeño secreter, que podrían servir para guardar documentos y libros de cuentas.

Cerradura del arca de las tres llaves.


El día de la presentación del arca, al público, Antonio comentó que ésta le había perseguido toda su vida, desde que la vio por primera vez en el antiguo ayuntamiento cuando solo siete años y siguió persiguiéndolo cuando años más tarde cuando su padre lo restauró, colocándoles unas alzas para resguardarlo de la humedad. “En el traslado al actual consistorio estuvo a punto de perderse, pero pudo recuperarse a tiempo”, comentó con enorme satisfacción el restaurador palaciego.

Vistas de las alzas y de las tres llaves.


El historiador local Antonio Cruzado González, primo del restaurador, colaboró activamente en la recuperación del mencionado objeto patrimonial y en su estudio. En el acto de presentación al pueblo comentó que “el arca fue construida aproximadamente en el año 1640, alrededor de tres años después de que les fueran confirmadas y entregadas las escrituras de exención y venta de jurisdicción a los vecinos de Villafranca de la Marisma. Para hacer frente al pago de la deuda que los vecinos de Villafranca de la Marisma habían contraído se autorizó al Concejo Local a arrendar tres mil fanegas de tierras comunales, obligándoles a que el dinero que se ingresase por dicho concepto debía depositarse en un arca”.
Vista frontal del arca de las tres llaves de Villafranca de la Marisma

El cronista de la villa también explicó que el arca disponía de tres llaves, que quedaban a recaudo de los denominados claveros: El alcalde, el concejal de mayor edad y un vecino de reconocida honradez. También aclaró que en el archivo Municipal se conserva un libro de cuentas del año 1709, en el que se nombra a los claveros de aquella época.



De "Palacios" a Los Palacios y Villafranca (siglos XVI-XXI). Evolución de las vistas urbanas de Los Palacios y Villafranca.

De “Palacios” a Los Palacios y Villafranca.
Evolución de las vistas urbanas de Los Palacios y Villafranca,
siglos XVI-XXI.


INTRODUCCIÓN.                
Hemos pretendido recopilar en un único documento las fotografías y grabados, conocidos, de los perfiles y vistas panorámicas de Los Palacios y Villafranca de los siglos XVI-XXI, adjuntando a la colección de carácter divulgativo un pequeño estudio del contexto histórico en el que se realizaron; siendo el referido trabajo la aportación de la Asociación Cultural Searus a la celebración del 180 aniversario de la Unión de Villafranca de la Marisma y Los Palacios.
Consideramos que los grabados y fotografías en las que aparece Los Palacios y Villafranca pueden ser tenidos en cuenta como la evolución del alma del pueblo, un trozo de su identidad. Las imágenes, junto a los textos escritos por viajeros de los siglos XVI-XIX, nos hacen redescubrir el clima, paisaje, arquitectura, costumbres y economía de aquella época.
A partir del siglo XVI “Palacios” es conocido más allá de sus fronteras, en los círculos más selectos de la cultura europea, gracias a la publicación del volumen V de Civitates Orbis Terrarum (ca. 1598), el libro de viaje más importante en los siglos XVI y XVII. Luego de la referida edición se sucederían diversas reimpresiones (Johannes Janssonius, 1657) y copias versionadas (Pieter van der Aa, 1707 y Juan Álvarez de Colmenar, 1707 y 1741) contando con la silueta del pueblo. No obstante, los perfiles presentes en las obras editadas en los siglos XVII y XVIII no pueden considerarse la imagen real de Los Palacios de esos siglos. La fisonomía de la iglesia y su torre, el castillo y las casas presentes en ellos delatan que el boceto de Joris Hoefnagel realizado para Civitates Orbis Terratum (ca. 1598) fue la fuente de inspiración para las creaciones versionadas.
La marisma (El Pantano) y el Caño de la Vera han estado estrechamente ligados a las modificaciones, alteraciones y posibilidades de las vías de comunicación presentes en la zona, así como en la configuración de su paisaje.
No pasó desapercibido el municipio para los Ponce de León (siglo XVIII), la empresa del ferrocarril (1864), pintores (1927-30), prensa (1930) y aficionados a la fotografía en general (siglos XX-XXI). Las imágenes captadas en el pasado nos permiten visualizar las huellas que los años han indo curtiendo en el paisaje urbano del pueblo. El tiempo ha moldeado la estampa y la figura de la localidad hasta transformarla en el actual Los Palacios y Villafranca.

A través del siguiente enlace se puede acceder al trabajo completo….

Cruces de Mayo-2016, Fiestas de Primavera, en Los Palacios y Villafranca

Por tercer año consecutivo la Cruz de Mayo realizada en la calle Rafael de Montesinos en el barrio de la “Cañailla” ha conseguido el primer premio del concurso que organiza el Ayuntamiento palaciego, dotado con placa cerámica y 250 €. El segundo premio, placa y 150 €, ha sido concedido a la Cruz “La 2ª y no la última” de la calle Goya; siendo los 100 € y placa del tercer premio para el “Camino de la Nana”, situada en la calle Maestro Chapi.

Cruz de Mayo “La Cañaílla”. Primer premio-2016

Hemos visitado 20 Cruces de Mayo de las 21 inscritas en el concurso, ya que la Cruz “Los Flamencos” situada en la calle Aurora no la hemos podido localizar. Según nos informaron estaba instalada en el patio de la Casa Hermandad del Gran Poder, pero a la hora que anduvimos por aquellos lares, se encontraba cerrada.
Cartel, relación de Cruces y ubicación de las mismas. Ayuntamiento de Los Palacios y Vfca.

La mayoría de las Cruces han sido organizadas por bares de la zona, otras por las hermandades y un número muy reducido de ellas por los vecinos, a la antigua usanza. Se aprecia, en general, poca dedicación y esmero en el exorno de las mismas, con ausencia incluso de cruces en algunas de ellas. Las fiestas comenzaban el 28 de abril y según pudimos observar, el 29 seguían sin estar finalizadas un gran número de Cruces.

Semana Santa, Feria Agroganadera y del Flamenco, la Romería, el Rocío y en medio las Fiestas de Primavera de las Cruces de Mayo, se nos antoja muchas fiestas en tan poco espacio de tiempo, hecho que sin duda habrán propiciado que el vecindario, saturado de trabajo y festejos, ha dedicado poco tiempo a la realización de las Cruces de Mayo como tradicionalmente se hacía. Incluso han desaparecido algunas como las que se “montaban” en la calle Larra, Villalfaro, Bélgica, Plaza de España, etc. La mayoría de las Cruces han quedado, como hemos apuntado anteriormente, en manos de los bares de la zona, recayendo en ellos la organización, trabajo de embellecimiento de la calle, etc.. por motivos obvios, sus negocios. Esperemos que la tradición que fue recuperándose casi del olvido y ostracismo hace unos años no decaiga nuevamente.
Mostramos fotos de 20 de las 21 Cruces de Mayo inscritas en el concurso…

PRIMER PREMIO:
Cruz de Mayo “La Cañaílla”. Primer premio-2016
Cruz de Mayo “La Cañaílla”. Primer premio-2016
Cruz de Mayo “La Cañaílla”. Primer premio-2016
Cruz de Mayo “La Cañaílla”. Primer premio-2016

SEGUNDO PREMIO:
Cruz de Mayo “La 2ª y no la última”. Segundo Premio-2016
Cruz de Mayo “La 2ª y no la última”. Segundo Premio-2016

TERCER PREMIO:

Cruz de Mayo “Camino de la Nana”. Tercer Premio-2016
Cruz de Mayo “Camino de la Nana”. Tercer Premio-2016

RESTO DE PARTICIPANTES:

Cruz de Mayo “Vera Cruz”. C/ Laguna de Caro.
Cruz de Mayo “Vera Cruz”. C/ Laguna de Caro.

Cruz de Mayo “Las atascadas”. C/ Comunidad Autónoma de Asturias.
Cruz de Mayo “Las atascadas”. C/ Comunidad Autónoma de Asturias.

Cruz de Mayo “Las atascadas”. C/ Comunidad Autónoma de Asturias.


Cruz de Mayo “Hdad. de Los Dolores”. C/ Nueva.
Cruz de Mayo “Hdad. de Los Dolores”. C/ Nueva.
Foto: Captura de pantalla, TV Los Palacios.


Cruz de Mayo “Medio Litro”. C/ Santiago Ruiseñol

Cruz de Mayo “La Flamenca”. C/ Plaza de Andalucía
Cruz de Mayo “La Flamenca”. C/ Plaza de Andalucía

Cruz de Mayo “Los Ratoncitos”. C/ Nervión
Cruz de Mayo “Los Ratoncitos”. C/ Nervión
Cruz de Mayo “Los Ratoncitos”. C/ Nervión

Cruz de Mayo “La Luna del Horcajo”. C/ Santa Isabel

Cruz de Mayo “La Luna del Horcajo”. C/ Santa Isabel




Cruz de Mayo “Los Chapatales”. C/ Plaza Mayor, Los Chapatales.
Foto cedida por Caseta Losniños.


Cruz de Mayo “Ser de Vera Cruz”. C/ Cooperación.
Foto de Anabel Benítez Perea.

Cruz de Mayo “Carnavalesca”. C/ C. Cívico Marchenilla.
Foto cedida por Carnaval de Los Palacios.
Cruz de Mayo “Carnavalesca”. C/ C. Cívico Marchenilla.
Foto cedida por Carnaval de Los Palacios.
Cruz de Mayo “Carnavalesca”. C/ C. Cívico Marchenilla.
Foto cedida por Carnaval de Los Palacios.


Cruz de Mayo “La Almazara”. C/ Plaza de la Almazara.
Cruz de Mayo “La Almazara”. C/ Plaza de la Almazara.



Cruz de Mayo “A.A.V.V. El Muro (Los Novatos)”. C/ Limonero.
Cruz de Mayo “A.A.V.V. El Muro (Los Novatos)”. C/ Limonero.


Cruz de Mayo “La Buena Estrella”. C/ Avda. Miguel Ángel

Cruz de Mayo “La Buena Estrella”. C/ Avda. Miguel Ángel


Cruz de Mayo “La Amistad-Salud Mental”. C/Avda. Utrera
Cruz de Mayo “La Amistad-Salud Mental”. C/Avda. Utrera
Cruz de Mayo “La Amistad-Salud Mental”. C/Avda. Utrera


Cruz de Mayo “A.A.V.V El Lago”. C/América


Cruz de Mayo “Plaza la Concordia”. C/Plaza de la Concordia
Cruz de Mayo “Plaza la Concordia”. C/Plaza de la Concordia


Cruz de Mayo “Centro de Día Villafranca de la Marisma”.
C/Maestro Rodríguez
Cruz de Mayo “Centro de Día Villafranca de la Marisma”.
C/Maestro Rodríguez