El Banco de Jerez, fundado en 1844, en Los Palacios y Villafranca

El Banco de Jerez, fundado en 1844 y que en 1959 cambió su denominación por Banco de Andalucía, abrió en Los Palacios y Villafranca la primera sucursal de la entidad financiera en la provincia de Sevilla y una de las primeras que el referido bando tuvo fuera de su núcleo fundacional, Jerez.

Publicado en el diario ABC de Sevilla el 11 de septiembre de 1957

En la página nº 16 del diario ABC de Sevilla publicado el día 11 de septiembre de 1957 se publicita el banco de Jerez, haciéndose referencia a su Casa Central y a las sucursales de Rota y Los Palacios, aludiendo también a la existencia de corresponsales en todo el mundo.

Hasta los años 70 la sucursal del Banco de Andalucía de Los Palacios y Villafranca tuvo ubicadas sus oficinas en la Plaza de España, en el edificio que dese el año 1981 es propiedad de la Peña Bética de Los Palacios. La entidad bancaria vendió el referido edificio a la Peña y estableció la sucursal en la planta baja del nuevo edificio que se construyó en el solar de la antigua “polería” La Jijonenca. El referido inmueble, también en la Plaza de España, hace esquina con la calle “Sacristanes”, encontrándose justo frente a las primitivas oficinas del Banco. En la actualidad la sucursal pertenece al Banco Popular, entidad que absorbió y abocó a la desaparición al centenario Banco de Andalucía, heredero del Banco de Jerez.

Antigua Sede del Banco de Andalucía.
Peña Bética de Los Palacios. Foto: Diario ABC, 1992. 
Oficinas del Banco Popular,
 antiguo Banco  de Andalucía. Foto: 2014
Oficinas del Banco Popular,
antiguo Banco  de Andalucía. Foto: 2014
Peña Bética. Foto: 2014


FUNDACIÓN Y DENOMINACIONES.

El Banco de Jerez fue fundado en Jerez de la Frontera en 1844 y contaba con el número 4 de Registro de bancos y banqueros del Banco de España.

Desde que Luis Díez y Fernández de la Somera, nacido en Cádiz (1817-1856), fundara en Jerez de la Frontera en el año 1844 un negocio de banca denominado “la casa de banca Luis Díez Fernández de la Somera” (1844–1861), la institución financiera fue cambiando de denominación a lo largo de los años, aunque actuó de forma ininterrumpida hasta su definitiva absorción por el Banco Popular.
Los sucesivos nombres que a lo largo de los años la entidad bancaria tuvo fueron: “Caja Agrícola de Jerez Díez y Cía” (1861); “Díez, Vergara y Cía, S. en C” (1867); “Díez Vergara y Cía” (1893); “Banca Díez y Vergara, S. A” (1932); “Banco de Jerez S.A” (1946) y “Banco de Andalucía, S.A” (1959).
Por tanto, el Banco de Andalucía que operó sin interrupción durante 165 años bajo distintas denominaciones sociales, escribió el día 7 de agosto de 2009 la última página de su centenaria historia al materializarse la disolución de la entidad tras su fusión, por absorción, con el Banco Popular.


Logotipo del Banco de Andalucía hasta el año 2009

Calendario Fournier del Banco de Andalucía.
Año 1992. De todocolección.

EXPANSIÓN Y SESAPARICIÓN DEL BANCO.

Comenzó sus operaciones bancarias en Jerez de la Frontera (Cádiz), El Puerto de Santa María (Cádiz) y Cádiz, orientadas al negocio del vino. En el año 1956 acuerda un intercambio de participaciones accionariales con el Banco Popular. Al ampliar sus negocios a las provincias de Sevilla y Huelva, en el año 1959, cambia su denominación por Banco de Andalucía. En los años 60 aumenta significativamente su actividad de negocios gracias al desarrollo del Plan de Colonización del Bajo Guadalquivir y el Canal Sevilla-Bonanza. En 1987 el Banco de Andalucía pasó a ser banco filial de Banco Popular y finalmente el 7 de agosto de 2009 fue absorbido por su entidad matriz.

Escudo sobre la fachada de la Peña Bética de Los Palacios.
Anteriormente situado en la fachada donde estuvo situada la primera oficina
del Banco de Andalucía en Los Palacios y Villafranca.


BIBLIOGRAFÍA.

1.-Página nº 16, diario ABC de Sevilla, publicado el 11 de septiembre de 1957.

2.-Estatutos del Banco de Andalucía.

3.- Luis Díez Fernández de la Somera 1817 – 1865.

4.-“Hoy se disuelve el Banco de Andalucía….”. Diario ABC, 7-08-2009.

5.-“Banco Popular culmina la fisión…”: Diario el Mundo, 19-05-2009.

6.- Calendario Fournier del Banco de Andalucía. Año 1992. De todocolección



Papas guisadas con costillas en Los Palacios y Villafranca

“Papas guisadas con costillas”, en Los Palacios y Villafranca. En un perol echamos cuatro o cinco cucharadas de aceite de oliva hasta tapar el asiento del recipiente. Ponemos un diente de ajo pelado y una vez frito lo reservamos. A continuación hacemos un sofrito con unos dientes de ajo, un tomate maduro, un pimiento y una cebolla. Una vez "pochado" vertemos las costillas y un poco de sal, un chorreón de vino blanco, tomillo y unos granos de pimienta; movemos bien la carne y añadimos unas zanahorias en trozos, conjuntamente vamos añadiendo agua (caliente) poco a poco, que no corte la cocción, hasta que la carne de las costillas esté tierna. Finalmente vertemos un poco de azafrán o colorante alimentario y añadimos las "papas" partidas a trozos. Cubrimos todo con agua caliente y dejamos que se vayan cocinando. Cuando las "papas" están casi listas se hace el “majao” en un mortero con el ajo que freímos al principio, una cucharada de comino y un poco de sal. El “majao” se añade al guiso cuando esté casi tierno y movemos bien. Asociación Cultural Searus y Marga Kronos. Cocina tradicional de Los Palacios y Villafranca.

Foto: Marga Kronos




Ingredientes para el sofrito: Unos dientes de ajo, un tomate maduro, un pimiento y una cebolla.
Foto de Crazy for Cooking

Papas troceadas…

Foto: Las recetas de Lola





Uvas en aguardiente, de Los Palacios y Villafranca.

En Los Palacios y Villafranca las uvas en aguardiente fueron muy populares, hace años, en las fechas navideñas. Las uvas empleadas para ser conservadas en aguardiente eran cortadas junto a las últimas del lagar, usándose variedades de grano grueso, carnosos y con fuerte pellejo. Se tenía muy en cuenta que las uvas no hubiesen sufrido heladas ni se hubiesen mojado debido al agua de lluvia.

Foto: José Manuel Bernal Moguer


PROCEDIMIENTO.
El procedimiento que se realizaba para su preparación, aunque existen diferentes variaciones dependiendo de la zona de la geografía andaluza, es el siguiente:
Lavamos bien los racimos y los depositamos en una bandeja con papel absorbente, dándole varias vueltas, para que se sequen.
Con paciencia separamos los granos de uvas del racimo sin retirarles el rabito y desechando aquellas a las que se les haya desprendido, ya que de lo contrario las uvas tomarían un sabor muy fuerte y un elevado contenido en alcohol.
Bien lavadas, limpias, secas, con un pequeño cabito y eliminadas y desechadas las uvas que presentan imperfecciones o heridas, las introducimos en un bote de cristal que pueda ser cerrado herméticamente.
Agregamos aguardiente seco hasta que todas las uvas estén cubiertas y cerramos el tarro. Conservamos el recipiente bien cerrado en un lugar fresco y oscuro. Transcurridos cuatro meses nuestras uvas estan listas para ser degustadas.


FECHAS DE CONSUMO PREFERENTE.

En el pueblo, tradicionalmente, empezaban a ser consumidas los días de navidad y era costumbre que a los más pequeños de las casas se les obsequiara con una uvita, mientas los mayores se daban un atracón.
Al estar conservadas en aguardiente de alta graduación no había problemas de fechas de caducidad, aunque las uvas de varias temporadas tenían un sabor más fuerte. En la foto que nos ha cedido nuestro amigo José Manuel Bernal Moguer podemos observar unas uvas en aguardiente que tienen 8 años de preparación. Podemos considerarlas como uvas gran reserva y deben considerarse como una auténtica delicatesen.

Uvas "Gran Reserva", 8 años en aguardiente. Foto: J. Manuel Bernal Moguer
Uvas, 5 años de aguardiente. Foto: Salvador Rodríguez Amuedo


LICOR DE UVAS.
Además de saborear las uvas podemos disfrutar de un delicioso licor. El proceso es similar al realizado anteriormente, aunque incorporando como ingrediente adicional una cierta cantidad de azúcar rubia y canela en rama.
Para ello, agregaremos aguardiente en la misma cantidad en peso que las uvas utilizadas y azúcar rubia en un tercio del peso de las mismas. Removemos el aguardiente y el azúcar para que se disuelva ésta, acelerando de esa manera el proceso y posteriormente mezclamos la disolución resultante con las uvas y un trocito de canela en rama.
En un lugar fresco y oscuro guardamos el bote cerrado y debemos tener la constancia de ir removiéndolo diariamente. Lentamente, con el transcurso del tiempo, la mezcla de aguardiente, azúcar moreno, canela y las uvas darán como resultado un líquido de un sabor característico, al igual que las uvas. Pasado al menos cuatro meses, colaremos el licor resultante y las uvas del interior del frasco, obteniendo de esa manera el referido y exquisito licor de uvas que podremos degustar y disfrutar de su sabor.


BIBLIOGRAGÍA.
1.-Cómo hacer uvas en aguardiente.

2.-Uvas en aguardiente. Gastronomía andaluza. Consejería de Turismo y Comercio.

Rosquitos fritos en Los Palacios y Villafranca.


Los rosquitos fritos no faltaban, en otra época, los días de Semana Santa, Navidad, etc. en las casas del pueblo. Presentamos la receta tradicional que hemos podido recopilar gracias a la ayuda de nuestras amigas María Carrasco Iglesias y Marga Kronos.


 
Foto: María Carrasco Iglesias

INGREDIENTES:





ELABORACIÓN:


        Separamos las yemas de las claras de 2 o 3 huevos y montamos las claras a punto de nieve, reservándolas. Ponemos en un “cacharro” grande las yemas de los huevos, un vaso de aceite de oliva y otro de zumo de naranjas,  un par de sobres de levadura, ajonjolí y matalauva, una copita de anís y la harina que la masa vaya admitiendo, además poco a poco le iremos añadiendo el azúcar. Amasamos y añadimos a la mezcla las claras a punto de nieve; continuamos trabajando la masa hasta que quede homogénea.

        Le damos forma a las rosquitos y los freímos en una sartén con abundante aceite hirviendo.
Foto: Cocina con Reina


Foto: María Carrasco Iglesias.

      Se sacan, se ponen en papel de cocina para quitar el exceso de aceite y se espolvorean con una mezcla de azúcar y canela.


 
Foto: María Carrasco Iglesias.

       Asociación Cultural Searus, Marga Kronos y María Carrasco Iglesias. Cocina tradicional en Los Palacios y Villafranca.

Uva de cuelga en Los Palacios y Villafranca. Historia y formas de conservación

Los agricultores del pueblo, desde tiempo inmemorial y hasta no hace muchos años, acostumbraban a plantar junto a las cepas destinadas a la vendimia para plaza o lagar algunas cepas de variedades más tardías, con fuerte y duro pellejo en sus frutos, ideales para su posterior transformación en pasas o ser colgadas y conservadas el mayor tiempo posible. Durante los primeros días de noviembre, por “Tosantos”, se procedía a cortar los racimos de uvas, aquellos que con mimo habían sido celosamente cuidados y seleccionados. Para subsanar la caída natural de las hojas y proteger a la uva de los rayos del sol, la lluvia, etc., se cubrían y tapaban las cepas con matojos y pasto, sustituyendo así el lugar despoblado que las hojas iban dejando con su caída natural.
Uva de cuelga "Mantúa Pilas". Foto: José Manuel Bernal Moguer

No hace muchos años, fuera de la temporada natural de la vendimia o recolección, resultaba complicado y difícil obtener fruta fresca en Los Palacios y Villafranca o en cualquier otra localidad, debido a la situación económica de la mayoría de familias y las escasas infraestructuras existentes, que dificultaban el transporte y la posibilidad de acceso a muchos productos. 
Foto: José Manuel Bernal Moguer

La variedad de uva denominada “Mantúa Pilas” se urtilizó en Los Palacios y Villafranca, desde antiguo, como uva “de cuelga” para conservarla. Se ataban por el cabo del racimo y se colgaban a las vigas de madera de la techumbre de los soberaos, procurando mantener dichos lugares secos, ventilados y con poca luz. Nuestros vecinos se aseguraban, con dicha práctica, disfrutar de uva en los meses de invierno. La mayoría de los soberaos eran auténticas despensas, donde se depositaban además de los racimos de uvas, ristras de ajos trenzados, tomates de cuelga, etc.  Nuestro amigo José Manuel Bernal Moguer, romántico donde los haya, ha comenzado a poner en práctica la tradición de nuestros antepasados, intentando conservar de forma artesanal algunos racimos de uva de cuelga “Mantúa Pilas”.
Foto: José Manuel Bernal Moguer
En la actualidad, en algunos lugares de la península aún se continúa en otoño la costumbre, por tradición, de realizar la labor de conservar uvas de cuelga, para poder saborearlas en invierno como postre, dado su apreciado sabor y porte… y no por falta o escasez de otras frutas de temporada o fuera de ella. En estos lugares, como en el pueblo de Cadalso (Madrid), usan la variedad Chelva para la conservación en racimos de cuelga. Más adelante profundizaremos sobre la controversia acerca del nombre de las variedades y sinónimos de éstas que se han venido usando para la conservación.
Uva Chelva. Foto: Zorrocorredero


PROCEDIMIENTOS, HISTÓRICOS, PARA CONSERVAR LAS UVAS.

a)    Libro “Agricultura General” de Gabriel Alonso de Herrera, corregido según el texto original de la primera edición publicada en 1513 por el mismo autor y adicionada por la Real Sociedad Económica Matritense en el año 1818.

En el referido manual se describen varios procedimientos de conservación de las uvas de cuelga, a semejanza de como se hacía en el Reino de Granada y su uso heredado de los “moros”, como se nombra en el referido escrito. También se comenta la forma en la que deben ser transportadas de las uvas. 
Transcribimos (con la misma ortografía) las explicaciones que Gabriel Alonso de Herrera daba en 1513 sobre la forma de conservar las uvas de cuelga, ya que coincide con la forma tradicional que se ha venido usando, desde tiempo inmemorial, en Los Palacios y Villafranca y que coincide con el primer modo descrito por el Coronel José Espinosa en el año 1822.

“Para transportar á casa desde la viña las uvas de cuelga, son evidentemente preferibles á las banastas ó canastos de zarzos y cañizos, en que sobre una cama ligera ó de musgo seco, y despues de quitarles todo grano dañado ó sospechoso sin manosearlos mas de lo preciso, deberá estenderse otra capa de recimos y no mas. Si hace sol conducirá mucho antes de ponerlos á guardar secarlos á enjugar en los mismos zarzos, dándoles una vuelta mientras se tienen espuestos al mayor calor del dia para que se oreen por todos lados.

         El mejor sitio para conservarlos y en general para frutería, es un subterráneo perfectamente seco y bastante hondo que se mantenga todo el año en una temperatura igual de diez á doce grados de Romure, distante de aguas estancadas, estercoleros, letrinas y cualquier otro objeto capaz de hacer llegar hasta él malos olores ó humedad, que mire al mediodía ó al sudeste, con ventanas á esta espocion y á la de levante, y ninguna al norte, para dar paso á los aires secos y tenerlo cerrado á los húmedos, á los excesivamente frios ó muy cálidos y á la demasiada luz.

         La profundidad del sitio ó constancia de temperatura no es condicion tan esencial como las otras en los países templados, y menos si reinan comunmente aires secos, según vemos en el reino de Granada, donde no solo subsinten todavía las azoteas que cita Herrera, sino el uso heredado tambien de los moros, de agitar con la escoba de cuando en cuando el polvo del suelo para obligarlo á que se levante y se pegue á las uvas. Con esta sencilla maniobra se logra enjugarlas pronto y libertarlas de la humedad, del moho tan fácil diseminarse, fijarse, propagarse sin término y corromperlo todo donde quiera que lo encuentra, del frio mismo y, en suma, de todos los enemigos esteriores á favor de aquella capita de polvo sutil en que quedan envueltas. Asi se conservan, particularmente en Baza, todo el invierno las uvas mas frescas y delicadas que he provado”.

a)    Cartilla agraria, o sea la práctica, de la agricultura y la ganadería”, escrita por el Coronel José Espinosa en 1822.


En la mencionada cartilla práctica se documenta y describe la hora en que debe comenzar la vendimia, la corta de la uva, cómo tiene que ser transportada, así como la manera y forma de ser conservadas para el invierno:

“Aunque cuando hay que servir para vino puede hacerse a cualquier hora, siempre es conveniente no principiarla hasta que el sol haya enjugado el rocío, particularmente cuando se haya de conservar para comer, en cuyo caso se conduce el fruto a la casa en zarzos o cañizos, donde se ponen dos capas de racimos alternadas con otras dos de paja, a fin de que ni se toque la uva, ni vayan demasiado cargadas y se despachurren las de abajo. En esta disposición es oportuno dejarlas al sol para que se enjuguen tanto antes de guardarlas, lo que se conseguirá mejor si se les dan algunas vueltas para que se oreen por todos lados”.

En cuanto al procedimiento para conservarlas, se dice lo siguiente:

Podrá hacerse de varios modos:

1.     Colgando los racimos en un paraje que no tenga ventilación. No se toquen y visitándolos con frecuencia para cortarles los granos que se vayan pudriendo; porque de no hacerlo, comunican a los otros la corrupción.

2.     Colgándolos en las paredes de unas cajas de madera en que se ponen clavitos al intento o en traveseros colocados en las mismas cajas, las que después cerradas y tapadas sus juntas con un poco de yeso, se llevan a un rincón donde se entierran con arena.

3.     Tomando cenizas de sarmientos pasadas por tamiz, y haciendo con ellas y agua un caldo espeso, en el cual se zambullen los racimos varias veces hasta que todos sus granos se cubran con él, en cuyo caso se colocan en unas cajas sobre capas de ceniza seca y después de cubiertas se ponen en paraje fresco; de este modo con solo lavarlas en agua fría se encuentran en el rigor del invierno tan frescas como acabadas de coger de la cepa.

4.     Poniéndolas en cajas alternando con capas de paja o salvado, de modo que no se toquen los racimos; pero se han de guardar las cajas de los ratones, que olfatean el salvado y procuran introducirse en ellas.
5.     Extendiendo los racimos sobre unos estantes de madera,  y cubriendo cada uno con un vaso de vidrio o de tierra (barro) que después se cubre con arena.

Como se ha mencionado anteriormente, el primer procedimiento descrito por Gabriel Alonso de Herrera en 1513 se muestra coincidente y similar al descrito por el Coronel José Espinosa en 1822; siendo la forma que tradicionalmente se ha venido realizando en Los Palacios y Villafranca para la cuelga de uvas y su conservación. El lugar destinado en el pueblo para almacenar los racimos de uvas eran los soberaos de las casas. Dichas estancias se situaban en la primera planta de las residencias; tanto el suelo como el techo estaban recubiertos de madera, con lo que eran lugares ideas para mantener alejado de la humedad lo que en ellos se almacenaba.


HISTORIA DE LA VARIEDAD MANTÚA PILAS

En el libro escrito por el Coronel José Espinosa, publicado en Madrid el año 1822, “Cartilla agraria, o sea la práctica, de la agricultura y la ganadería”, se realiza una clasificación de las variedades utilizadas para pasa, incluyendo entre ellas a la variedad “Mantúo de pilas”, indicando que es de Jerez de la Frontera y que en otras partes de Andalucía se la denomina “Uva de Rey” y “Gabriela”. Incluye o clasifica como uva de primera clase, entre las mejores variedades para conservar en invierno y para emparrados a “Toda la tribu de Mantúos”, principalmente la de Pilas.

Foto: A.C.Searus


CONTROVERSIA SOBRE LA DENOMINACIÓN Y ORIGEN DE LA VARIEDAD MANTÚA PILAS.

No obstante, aparte de la clasificación aportada por José Espinosa en 1822, existe cierta controversia sobre la denominación y el lugar de origen de la variedad “Mantúa Pilas”. En diferentes clasificaciones de uva blanca de mesa consideran equivalentes o iguales las variedades “Mantúa”, “Montúo”, “Chelva de Cebreros”, “de Guareña”, “Uva Rey”, “Villanueva” y  sinónimas a la variedad de uva “Chelva”, la más extendida de la península y originaria de Extremadura. La describen como muy productiva, vigorosa, de racimo grande y algo compacto, de grano grueso, con alto contenido de azúcares. Es considerada apta para uva de mesa y vinos dulces. En cuanto a la “Mantúa” en particular, se precisa que es muy sensible a las bajas temperaturas y a la humedad en el momento de la floración, provocando fuerte corrimientos en el fruto, lo que le hace ser una variedad de oscilaciones en la producción de unos años a otros y siempre en función de las condiciones climatológicas.

En la ORDEN de 19 de marzo de 1986, publicada en el Boletín Oficial del Estado de fecha 25 de mayo de 1986, que hace referencia al Seguro Combinado de Helada, Pedrisco, Viento y Lluvia de Uva de Mesa, aparece la variedad de uva Chelva y sus sinónimos: Chelva de Guareña, Chelva de Cebreros, Mantúa y Mantúo.

En la ORDEN de 13 de junio de 2007, publicada en el Boletín Oficial del Estado de 21 de Junio de 2007, mediante la que se modifica el anexo V, sobre la clasificación de las variedades de vid, del Real Decreto 1472/2000, de 4 de agosto, por el que se regulaba el potencial de producción vitícola. Se indica que la uva “Montúa/Chelva” es una variedad autorizada para hacer vino en Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León.


En el artículo “Las hablas andaluzas” y analizando el término “Mantúo”, publicado por el diario ABC de Sevilla el día 30 de septiembre de 1989, Pedro Payán Sotomayor define la variedad, describiéndola, con apoyo de diversas definiciones aportadas por varios autores.


“Mantúa se llama una clase de uva, común en el condado de Niebla” (J. F. Muóz y Pabón); “Mantúo Castellano, dice Manuel Felipe Sánchez que es el mantúo de Sanlúcar: variedad de la vitis vinífera cuya uva admite en pequeña cantidad el Consejo Regulador en la zona jerezana. Recibe los nombres Mantúo castellano, Mantúo de Jérez, Mantúo vigiriego y castellano. Los racimos, numerosos, iguales, largos, anchos, ramosos y con racimillos. La uva más larga que ancha, de forma oblonda y gorda”; “Mantúa castellana es una variedad de uva, dura y sabrosa, de color verde, propia para colgarla” (Alcalá); Rojas Clemente diferencia “Mantúo” cuando hace referencia al viñedo y “Mantúa” cuando se trata de la variedad de uva.

 “Mantúa de Pilas”, en opinión de Sánchez Guerrero, es la variedad de “vitis vinífera cuya admite en pequeña cantidad el Consejo Regulador en la zona jerezana. Recibe también los nombres de Mantúo gordo, Uva rey, Uva de Puerto Real y Gabriela. Los racimos, abundantes e iguales, muy largos, anchos, ramosos y claros. Uva larga y ancha, casi esférica.

“Mantúa del Pilar”, dice Alcalá Venceslada, es la variedad de uva grande, redonda, algo dorada y tardía, aludiendo a Rojas Clemente, que la sitúa en Jérez, Trebujena, Puerto de Santa María y Conil.
“Mantúo Laerén”, uva grande, algo dorada, de racimo apiñado y de venas manifiestas.

M. Sánchez Martín


BIBLIOGRAFÍA:

1.-BOE de 25 de marzo de 1986

2.-BOE 21-7-2007

3.-TIPOS DE UVAS

4.-ABC, 30 DE SEPTIEMBRE DE 1989

5.-Cartilla agraria, ó sea, La Práctica de la Agricultura y de la Ganadería según los autores más clásicos de estos tiempos. José Espinosa. Madrid, 1822.

6.-MONTÚA . WIKI.

7.- Agricultura general de Gabriel Alonso de Herrera, Volumen 1. Escrito por Gabriel Alonso de Herrera en 1513 y adicionada por la Sociedad Económica de Madrid, 1818.