Carmelo Ramírez Lozano, 2º Premio Searus-1987


CARMELO RAMÍREZ LOZANO

Nota Biográfica

          Nogales Badajoz 1959. Licenciado en Derecho. Profesor.
Premio López Novoa de Cuentos.
Finalista del Ricardo Molina.
         
         
Reseña biográfica tomada de la Antología 25 años de Poesía Searus, 2002



Obra: “CORREO DEL SUR”
2º Premio, X Certamen de Poesía Searus, 1987


                      Londres, 7-2-75

PORQUE A VECES el tiempo da razones
al olvido y no quedan
más que palabras que nos salven, puede
que este verso que escribo sea la sola
manera ya de amor.
                              Hoy doce, jueves
de Febrero, te intento
como a la vida misma. Estás ahí.
A dos palmos del miedo, en ese Londres
postal. Tú que ahora eres
mi mejor enemiga y te me has vuelto
costumbre antigua en mí.
                              Uno se tienta
con todo lo vivido, con aquella
taberna en que Sevilla
tiene la noche honda y en que fuimos
buscándonos los dos, con los domingos
lentos del Sur.
                              Hoy doce, jueves
de febrero, te intento
como a la vida misma y tú me pesas
al filo de los párpados, descuelgas
tu imagen por mi sueño, te descalzas
y cruzas en sigilo el suroeste
de todos mis recuerdos. Yo que escribo
desde el más alto andamio de mi edad
esta noche del mundo. Plenilunio.


                              Roma, 6-2-76

SÉ QUE NO ESTÁS, que no estaremos ya
nunca más celebrando
la vida en corro, la pasión de tanto
empeño por vivir como poníamos
en las clases aquellas
del Quattrocento y la Comedia.
                                                 Llueve
sin remedio en Sevilla como puede
que esté lloviendo en Roma, en ese largo
dei Lombardi en que cuentas
tu edad por campanadas. Aquí nada
cambió de no ser yo
con mi lenta calvicie y con mis versos
creciéndose más hondos
cada vez.
                              Viví tanto
entonces que me llevo
más de un año a mí mismo. Qué distinto
el tiempo si se cuenta
sólo por cursos y postales. Vale
la pena un verso que nos salve a todos
de este olvido. Apellido
el tiempo con sus nombres, digo Carmen,
Manolo para siempre, el atrevido
Javier y Tony, amigos
en torno a la voz de siempre
tímida de Tonini sigilándonos
las preguntas, no fuera
su virtud transparente, su tristeza
de Murano a quebrarse.
                              Aquel verano
en Roma cuando deban
las palabras de sí si se decían
de noche, en el eclipse
de cúpulas y siglos. Todo ha ido
quemándonos el tiempo hasta dejarnos
señales y perdernos
en su misma humareda.
                              No nos queda,
Piedad, otra razón que esta ya oscura
manera de saberme
justificar conmigo. Uno recuenta
sus años como tumbos. Ve la vida
que puso en estos claustros y no acierta
razones.

          Si no fuera
porque a veces la edad es ir mirando
más vencidas las cosas, más sin ellas
cada vez, gritaría
sobre tanta derrota esa secreta
victoria que hoy la vida
le ha venido cediendo a mis palabras.

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