Andrés Mirón, 1º Premio Searus-1986


ANDRÉS MIRÓN

Andrés Mirón Calderon
Foto: DIario ABC

Nota Biográfica

          ANDRÉS MIRÓN es “un andaluz profundo, introspectivo, con don de palabra, que sabe andar el ritmo, apasionado, que siente y dice bien”. Así saludaba Ángel García López la primera salida en el libro del poeta. Francisco Umbral, por su parte, destacaba ya entonces la agilidad de pluma que caracterizaba al joven escritor. “No puede negar Andrés Mirón su entroncamiento geográfico. Su poesía tiene sones y esencias de la mejor literatura andaluza”, escribió el crítico José López Martínez. Veintidós años atrás, Jorge Guillén dijo de este poeta que “en cada poema hay siempre algún término poco usado o tal vez inventado. Ese rasgo contribuye a reforzar el carácter humanístico, hispalense, del texto. Lo que no impide el trazo riguroso”. Para V. Arteaga, “ésta es poesía cristalina, puro sonido, canto para la unción y los sentidos todos”. Y del “lirismo finamente interpretado, la agudeza y la desenvoltura” que José Albi detectara en tales inicios, deviene el impulso mágico con que el poeta, ahondando en su propia intimidad, ha venido conformando los cardinales de su personal cosmovisión.
          Andrés Mirón nació en Guadalcanal, estudió en Madrid y reside en Sevilla, donde ejerce de profesor.
          Tiene publicados una veintena de libros de poemas, entre los cuales citamos:
Concierto para brisa y crepúsculo. Colección Ángaro. Sevilla, 1980.
Libro de las estatuas de los héroes. Colección Adonais. Madrid, 1984.
Reinado de topacio. Colección Esquío. El Ferrol, 1990.
Marabú. Colección Anaquel. Alicante, 1999.
         

Reseña biográfica tomada de la Antología 25 años de Poesía Searus, 2002



Obra: “ESTOS SON MADRIGALES HALLADOS
EN UN GUARDAPELOS DE CRISTAL Y AUSENCIA”
1º Premio, IX Certamen de Poesía Searus, 1986



ELOGIO DE AUSENCIA

Buena la ausencia fue por cuanto el hielo
Aquel que a los encuentros acudía
abandonó su altar y se hizo río
que dio en correr como la vida siempre.
Cuenta un mundo cruzar una muralla
y ya no hundirse y sí deshabitarse
y dudar de la voz de un sueño príncipe.
Era un tiempo de anémonas. Te dije
una canción de amor para que hubiera
constancia del relumbro de tus galas
por esto que ahora llamo descarrío.
Vino lo de tu ausencia y un destello
tan tuyo que no cesa, todavía
alienta este vivir que me ha quedado.


FLOR MOJADA

Desde la primavera de los lirios
he venido a soñarte en esta lluvia
que invade el porche florecido. Donde
se vio temblar el agua por un rostro
una tarde de sombras y ojos grandes,
siempre queda un reducto para el alma
que vive de esperar. (Oh, quemadura,
qué cantiga de escarnio mereciste).
Mi clariver te acerca por losfastos
del prado salpicado de amarillo.
Flor mojada te nombro y tu silencio
Unánime desciende. Más lejana
te tornas si en tus labios persevero.
¿Por qué si te soñé soñé en la lluvia?
Y cuando al fin te palpo, queda un polen
Suavísimo en mis dedos aturdidos.


ESTE RETRATO AMARILLENTO

Aquella falda azul delicia, aquella
pamela carmesí, la opalescencia
del  guipur por el cuello y el pañuelo
en el desmayo de la mano, el júbilo
vagamente lilial de aquella seda
en firmamento de lunares blancos
dando al pecho el dulzor que propiciaba
el rostro enaltecido, aquel deslumbro
coral del azulejo, aquellas flores
anónimas en torno y el recado
de luz tras el negror de la mirada,
a tantos de la ausencia, siendo junio
de nuevo y otros trinos, ¡oh, qué estrago
las tunde y cuánta es su amarillencia!


CANTIGA DE OLVIDO

Las esquinas doncellas de altas cales
que entonces di en doblar, con el cansancio
inútil del ausente, ¿Qué esplendían,
si agosto daba tumbos tras el roce
de lo que acaso ni sonrisa fuera?
¿Qué gavilán de siglos invisible
bajaba al resol triste del asfalto
hasta ahuyentar las últimas palomas?
Amor de aquel verano por las tardes
en dulce sobresalto, conocieras
tanta cantiga en sombra por el mundo
que silenciando fui, tú que me olvidas
en latín, y de lijos me nombraras.


BALCÓN ENTRE LA NIEBLA

Vaga en la niebla de las calles solas
la nostalgia caudal de otros inviernos
que vengo a recorrer por si unos pasos.
Más cunde un lubricán de boca oscura
por esto que fue luz en sobresalto
y alienta qué ceniza, a cal y musgo
clausuró la intemperie el descarrío
de aquel balcón en flor. Tal vez reposen
en guardapelo de cristal y ausencia
las mártires gemelas que, en lo antiguo,
traían un relumbro de jazmines
a la tarde, Recorro este silencio
de la mano del agua que, en puntillas,
perenniza el helor, y una caterva
de sombras se dan cita en estas calles.


MIRADA OSCURA

Esto que cruza por la tarde, como
perdiz por el rastrojo, y solivianta
la sed que otros veranos acaecía,
tal vez no estrague cuando amarillece,
pero en el aire de su vuelo deja
una canción de ausencia y mucho espacio
porque transitas tú, mirada oscura,
por esa plaza con naranjos donde
aún espero un milagro de tus ojos.

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