Marcelino García Velasco, 1º Premio Searus-1997


MARCELINO GARCÍA VELASCO

Nota Biográfica (1)

          Nació en Palencia en 1936. Pasó su infancia en Astudillo donde aprendió a hablar y al que debe el lenguaje que usa. Fuel codirector de la revista de poesía ROCAMADOR, de Palencia, hasta su desaparición y secretario de VERBO, de Alicante, en su última época. Durante su tiempo de poeta más o menos joven le dio por publicar versos en casi todas las revistas de poesía de España y en algunas de América.
          Le han publicado los siguientes libros de poesía:

TRISTEZA, AMOR ACASO… Ed. Rocamador. Palencia, 1961.
EBRIEDAD DE TRISTEZA. Ed. Club de Prensa. Barcelona, 1966.
LA JORNADA. Col. de Poesía del Ateneo de Bilbao. Bilbao, 1968.
TIEMPO ATESORADO. Col. Álamo. Salamanca, 1969.
TIERRA ARRUMBADA. Ed. Caja de Ahorros de Zaragoza, 1973.
MEMORIA DE UN TIEMPO MÁS O MENOS PERSONAL. Ed. Bahía. Algeciras, 1976.
ALADA CUNA DE LA LIBERTAD. Ed. Rocamador, 1979.
ELEGÍA MAYOR SOBRE LOS TRIGOS. Ed. Ángoro. Sevilla, 1984.
TRATADO DE CASTILLA. Ed. Caja de Ahorros y M. de P. de Palencia. 1985.
MEMORIA Y DESCLAMOR DEL TIEMPO. Ed. Ayuntamiento de Toledo. 1987.
AL VUELO DE TU NOMBRE. Col. Melibea. Talavera de la Reina. 1988.
ELLOS ME DAN SU LUZ. Ed. Libertarias. Madrid, 1994.
DE LA MUERTE Y OTROS CAMINOS COTIDIANOS. Ed. Barrio de Maravillas. Valladolid, 1997.

De prosa:

PALENCIA VISTA POR SUS ARTISTAS. Palencia, 1994.
PALENCIA AYER. Palencia, 1996.
PALENCIA HOY. Palencia, 1997.

          El pintor Félix Cuadrado Lomas eligió sus versos, junto a los de Claudio Rodríguez y otros poetas de la tierra, para acompañar sus grabados, en una edición de 100 ejemplares para bibliófilos y que tituló TIERRAS.
          Han estudiado su poesía: Joaquín Galán, Carmen Casado y Miguel Casado. Éste lo incluyó en una antología de poetas castellanos, esto era y no era, de ediciones ámbito.
          Es académico de la Institución TELLO TÉLLEZ DE MENESES de Palencia.
          Cuenta, entre otros muchos más, con los premios: Alcaraván, Ciudad de Palma, Amantes de Teruel, Eladio Cabañero, José Mª Torres, Círculo de Escritores y Poetas de Nueva York, Diario de León, El Ciervo, Bahía, Rodrigo de Cota, León Felipe, Pastora Marcela, Río Ungria, Rafael Morales, Francisco Vighi, Villa de la Roda, Hermanos Argensola, Fray Luis de León y Miguel Delibes de narrativa. Premio Nacional de Poesía del M.E.C., Premio SEARUS.
          Fue accésit en los premios Vizcaya, Rafael Morales, Jorge Manrique, Ángaro, Bienal de Zamora de 1976, Premio Villalar de Poesía Villa de Martorell.
          En dos convocatorias sucesivas fue último finalista de los premios Boscán y Marina. Y finalista en los premios: Álamo, Adonais, Rafael Morales, Leonor, Irún y Esquío. Gracias a premios, accésits y finalismos pudo publicar los libros que ha escrito.

          Marcelino García Velasco, noviembre de 1998.


Nota Biográfica (2)

          Marcelino García Velasco nace en Palencia en 1936. Fue codirector de la revista ROCAMADOR y secretario de VERBO, en su última época.
          Ha publicado los siguiente libros:
Tristeza, amor acaso… Ed. Rocamador. Palencia, 1961. Ebriedad de tristeza. Ed. Club de Prensa. Barcelona, 1966. La jornada. Col. de Poesía Ateneo de Bilbao, 1968. Tiempo atesorado. Col. Álamo. Salamanca, 1969. Tierra arrumbada. Ed. Caja de Ahorros de Zaragoza, 1973. Memoria de un tiempo más o menos personal. Ed. Bahía. Algeciras, 1976. Alada cuna de la libertad. Ed. Rodamador. Palencia, 1979. Elegía mayor sobe los trigos. Ed. Ángaro. Sevilla, 1984. Tratado de Castilla. Ed. Caja de Ahorros de Palencia,1985. Memoria y desclamor del tiempo. Ed. Ayuntamiento de Toledo, 1987. Al vuelo de tu nombre. Col. Melivea. Talavera de la Reina, 1988. Ellos me dan su luz. Ed. Libertarias. Madrid, 1994. De la muerte y otros caminos cotidianos. Col. Barrio de Maravillas. Valladolid, 1997.
          Palencia vista por sus artistas. 1994. Palencia ayer. 1996 (Premio de narrativa Miguel Delibes). Palencia Hoy. 1997.
          Cuenta, entre otros, con los premios: Alcaraván, Ciudad de Palma, Amantes de Teruel, Eladio Cabañero, Círculo de Escritores y Poetas de Nueva York, Diario de León, El Ciervo, Bahía, Rodrigo de Cota, León Felipe, Pastora Marcela, Rafael Morales, Villa de la Roda, Hermanos Argensola, Nacional de Poesía del MEC, y Fray Luis de León de la Junta de Castilla y León.

Reseña biográfica tomada de la Antología 25 años de Poesía Searus, 2002




Obra: “POEMA PARA UN CAPITEL ROMÁNICO
EN EL MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL”
1º Premio, XX Certamen de Poesía Searus, 1997



          Podría estar sonando la luz del viejo Brahms,
poblado de pasillos,
los límites litúrgicos del día
hasta llenar el aire del museo,
pero en el frío en esta sala no queda espacio
para la música de nadie.

          ¿Por qué me he detenido ante esta piedra?
Yo venía pedantemente hablando
con los míos de tiempos inmortales
y perdidos, mirando, casi
sin ver, piedras y piedras desplazadas
de otros sitios más altos en la gula
de la contemplación, sitios con vida:
ventanas, pórticos columnas, arcos
torales.
Y, sin querer, quedé varado en la caleta
de esta piedra que sólo ofrece al aire:
cotas de malla, espadas, carne desnuda, hierros
para la muerte,
preguntas infantiles
ante la muerte,
preguntas de las madres
ante la muerte.
¿Cuándo, ay, cuándo,
la muerte le preguntará a una madre?

          Esta piedra es historia
sin datos personales, sin fechas, sin palabras,
alta memoria suspendida
en el tiempo. Y en ella, sólo, sabios relieves,
arrugas habladoras,
forúnculos en la piel de la verdad.

          Esta piedra es un grito
haciéndole preguntas a la luz,
es una luz para llegar al corazón
de la verdad, al hueso
amargo del dolor, amanecido siempre
en los ojos del hombre y sus derrotas.
Pero los ojos del hombre no fueron hechos
para llenarse de luz con el dolor,
sino para ver pájaros frutales,
espigas, amapolas,
labios de muchachas llenándolos.

          Monstruos y madres,
soldados con su espada en alto
para matar,
niños desnudos, carne inocente al sol: limpios
cuerpecitos, que deberían ser inmortales,
llamados fría, cruel, despiadadamente
por la muerte.

          Mirad  cómo se canta y cuenta en esta piedra
la eterna crueldad del hombre,
la cual, cumplida, hácese historia transmitida,
estampa perpetuada,
costumbre familiar de la ignominia de un pueblo.
Y d todos los pueblos de la tierra.

          Desde no sé qué orígenes una luz con alma
alumbra la frialdad del museo,
llega a esta piedra
para que la verdad rompa en su vuelo
los cristales del aire.
Y sólo el tiempo ha sido compasivo.
Ved sin rostro a los soldados
–cardos anónimos sin flor–
Para que no perdure en ellos el dolor
de ser la aguda voz de la injusticia.
Brazos y espadas memorables
emergen de la piedra, quieren salir a dar
testimonio viril de lo sufrido:
                              no se discute la orden de un rey,
matad a niños, sed perfectos como mi mandato,
que lo vean las madres,
que sepan dónde llega la ley de permanecer en el trono
donde Dios nos puso.

          Por eso, y no por la dureza de la piedra,
todas las madres han conservado la belleza en su rostro,
su dolor de coral sin ojo que lo mire,
porque escrito está que el canto del dolor
no lo puede borrar el tiempo cuando se hace piedra,
cuando canta en la piedra,
cuando alguien hizo historia de una piedra,
dejó clavada para el tiempo de verdad
sobre el ritmo maduro de una piedra,
abierta para siempre la herida
sangrante de la crueldad
en la dureza inútil de una piedra.

          Oh, sí, mirad bien las cuatro caras de la piedra
–cuatro esquinitas tiene mi cuna–
desde los ángulos alados de la sangre.
Cuánto corta una espada.
¿Por qué tanto dolor para esa madre
que sólo tiene la cabeza de un niño entre sus manos
–adivinad la sangre–
mientras queda a su pies un niño sin cabeza
–oh loco mundo sin cabeza–
y un soldado corta, certeramente, y sin temblor
–pues es su oficio–
a otro niño su cabeza
de oro,
su cabeza de niño,
su cabeza?

          Ved cómo pesa la muerte,
cómo  les dobla la espalda a los soldados.
Como el dolor visto de espalda
es sólo llanto.

          Al lado de la piedra,
sobre una cartulina blanca puede leerse:
Matanza de los Inocentes.
Santa María la Real.
Aguilar de Campoo. (Palencia) Siglo XII.
Así de frío.
Pero no es una historia,
sino la historia nuestra de cada día,
esa que vemos junto al pan cansado del dolor
cuando alguien quiere hacer cercano el pan,
habitable en todas las bocas,
consuelo necesario para el hombre.
Y es tan antigua como el tiempo,
por más que haga muchos años que amaneció en Judea,
y menos en Sarajevo,
y ayer mismo en Perú –perdonen la tristeza,
ah Vallejo dulcísimo–
y hoy canta, todavía, en Zaire.

          Amanece siempre que la inocencia
se hace carne golosa de la muerte.

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