Enrique Baltanás, Finalista Premio Searus-1995


ENRIQUE BALTANÁS

Nota Biográfica (1)

          Enrique BALTANÁS (Alcalá de Guadaíra, Sevilla, 1952) es Profesor de Literatura Española en la Universidad Hispalense y de la Escuela de Arte de Sevilla.
          Ha publicado hasta la fecha seis libros de versos: Ex libris (1994), La tarde en las almenas (1995), Las señales del fuego (1997), Papel de música (1998, Premio Luis Cernuda), El argumento inacabado (2005) y Trece elegías y ninguna muerte (Siltolá, 2010) todos ellos, salvo el último, representados en la antología Medidas provisionales. Poemas escogidos, 1994-2004 (Sevilla, Renacimiento,2004).
          En prosa, además de un relato de camino por los alrededores de su casa, Viaje al Guadaíra (Fundación Luis Cernuda), y de un ensayo desmitificador y polémico sobre una región proclive a los mitos y los tópicos, Las columnas de Hércules. Realidad o invención de Andalucía (Signatura Ediciones), es autor de A punto de dejarlo (Premio Tiflos de Novela, 2000). 
Ha traducido, además, obras de Jean Potocki, Vincenzo Cardarelli, Camillo Sbarbaro y J. W. Goethe, y en 2002 reunió la antología Los cuarenta principales. Antología general de la poesía andaluza (1975-2002).
          Sus últimas publicaciones son el ensayo La materia de Andalucía. El ciclo andaluz en las letras de los siglos XIX y XX (2003), la biografía conjunta Los Machado. una familia, dos siglos de cultura en España (2006) y La obra común de los hermanos Machado (2010), sobre el teatro, así como su libro de aforismos Minoría Absoluta (La Veleta, 2010).
     

La bitácora de Enrique Baltanás


Nota Biográfica (2)

Enrique Baltanás nace el 24 de noviembre de 1952 en Alcalá de Guadaíra (Sevilla).
Es doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla, en la que actualmente enseña Literatura Española.
.-NARRATIVA:
Apunto de dejarlo (2001).

.-POESÍA:
Ex libris (1993).
El círculo del tiempo (1995).
Las señales del fuego (1997).
Papel de música (1998).
La matière de France (2003).
Medidas provisionales. Poemas escogidos (1994-2004) (2004).
El argumento inacabado (2005).

.-ENSAYO:
Las columnas de Hércules. Realidad o invención de Andalucía (1999).
La materia de Andalucía. El ciclo andaluz de las letras de los siglos XIX y XX (2003).
Los Machado. Una familia de cultura en España (2006).

Pagína Web “Antología de poetas andaluces” de Fernando Sabido Sánchez.



Obra: “GIRÁNDULA”
Finalista, XVIII Certamen de Poesía Searus, 1995



LA LUNA EN LA PLAZA

Has dejado el papel, los lápices, la pluma:
en la mesa esparcidos, abandonas
la habitación oscurecida. Sales
al aire de la tarde, a ese balcón
que da sobre la plaza.

Perdida la mirada sin objeto,
ves de pronto la luna,
sobre el cielo aún celeste, levantarse,
entre torres de pisos y palmeras,
como enorme medusa de un aéreo océano,
ascua de un sol que huye por su espejo.

Te ha sorprendido en el balcón la luna.
Un instante te distrae su espejismo de la vida
que en la plaza te brinda su sencillo espectáculo:
Ves los niños que juegan y a sus madres
que charlan entre sí, como si el tiempo
hubiera echado el ancla sobre el mar
tranquilo del crepúsculo.
Allí abajo los ves, sobre el albero,
sentados en los bancos, dando vueltas
junto al rumor pausado de la fuente,
los niños y sus madres, algún viejo,
adolescentes que se cuentan cosas
que no puedes oír.

Y vuelves tu mirada hacia la luna,
que ha desleído ya sus tonos rosas,
y engastada parece en el azul
su blancura de plata.

Entonces imaginas que eres como ellos,
que charlan, que pasean o que juegan
sin fijarse en la luna ni en el ancla
del tiempo que se leva como un astro.

Pero el viento que trae el frescor de la noche
te despierta del sueño.

Y entonces te lamentas de ser sólo la sombra
que asoma al mirador. Y melancólico
te levantas y entras
de nuevo en el salón y enciendes luces,
y coges papel, lápiz… y escribes un poema
y “La luna en la plaza” lo titulas.



LOS ESPEJOS

A veces, en mis sueños,
veo un hombre que escribe.

Puedo leer sus versos,
que tratan de otro hombre
que el tiempo gasta a solas
en escribir que alguien
vuelve en humo su tiempo
de idéntica manera.

Laberinto de espejos,
empañados y turbios,
quebrados en su azogue
por un fuego que allí
debió de haber ardido,
a través del cristal
ahumado y polvoriento,
no consigo ver claro:
si es el otro o soy yo
el que escribe estos versos.



PÍOS DESEOS PARA LA POSTERIDAD

No busco que mi nombre figure en antologías
ni que de mí se ocupen con su letra menuda
minuciosos manuales.
Tan sólo que algún día,
dentro de mucho tiempo, un lector solitario
-pues siempre solitario es el ser que llamamos
lector- vaya y en una biblioteca,
casi el azar, descubra mis palabras,
cubiertas por el polvo de los años.

Y tras soplar el polvo y repasar las páginas
las halle que confortan
como un vaso de whisky bebido a media tarde.



AÚN

En la yerta blancura de la página,
aún no palpitan, tibias, las palabras.
Aún la bruma, el hervor de las ideas,
la nebulosa de los sentimientos,
no han descendido al acto
de poemar
significar,
comunicar
en un contexto
a un receptor
y en una situación
mediante un código
de signos y de ritmos compartidos.
Aún
es el papel en blanco
promesa y aventura.

(Aún: a veces esa palabra me seduce).



GIRÁNDULA

Como veloz girándula
que a la noche ilumina brevemente
con su rosa de fuego,
cuyas chispas se apagan sobre el manto
donde titilan tímidas estrellas.

Así ruedan tus versos, así arden
en una extraña noche
las irreales luces
que de lo claro hacia lo oscuro vuelven.

Crees tú que no importa
(y que efímero es todo, sin remedio).
Así que el artilugio
dispones con cuidado y, cuando llega
la señal convenida,
en la rueda fugaz se enciende tu girándula.

Y como la girándula
que a la noche ilumina con su rosa de fuego
son aquellas palabras robadas a lo oscuro
que volverán a arder
esa noche en que tú, lector, leas los versos
y que serán de nuevo, cuando apartes los ojos,
no más que unos trozos de sombra y de ceniza.



LA TRADICIÓN

¿Has reescrito los versos de los otros?
¿Son ecos de otras voces esta mía?
El ser original no me preocupa
y mucho menos nuevo y a la moda.
A la única música
que continua resuena
en la estancia del hombre
quise poner mi acento,
interpretar sus notas
con mi boca y mis manos.
Por eso lo declaro –francamente:
mi escritura es lectura
de páginas amadas,
o resoles, o sombra,
o espejos que devuelven
la mirada a quien mira.

Y a través de los años y el silencio
es diálogo el solo
soliloquio aparente.



A LA VIDA NO PIDO DEMASIADO

Estos días tranquilos que de vuelta
me siento de otras cosas
que ahora importan ya poco,
no le pido a la vida demasiado:
unos tiestos con flores
vistiendo los rincones de la casa
de luz y de alegría.
Las páginas de un libro
que aún más luz le den a mi morada.
Tal vez a la caída de la tarde
un paseo entre álamos y pinos,
perderme por la umbría
de un bosque en los senderos.
Un fuego, unos amigos
que alrededor conversan.
El juego de los niños
y su tranquilo sueño.
El contacto de un cuerpo
que para mí es perfecto por amado.
Los sones de una música tranquila…
A la vida no pido demasiado.
Y, también, me olvidaba, necesito,
como si flores fueran,
cortar  de aquel rosal imaginario,
que parece la vida y esperanza,
acentos o latidos,
ahora cuando este invierno
-refugiado en la lumbre del hogar-
me hace sentir de vuelta
de otras cosas que ya
poco o nada me importan.



UNA APARIENCIA

Cuando mi voz sea tuya;
y mis ojos, tus ojos;
y mi lengua, tu lengua;
y sentido no cobren
mis palabras sin ti,
que aliento les devuelvas,
su calor y su música,
entonces,
                              vagamente,
notarás la apariencia
-demás sabes que es falsa-
que mis palabras ponen
nombre a tus heridas
y voz a tu silencio,
que por más que seamos
los dos desconocidos,
familiar te resulta
el aire de mi rostro, en suma,
                              vagamente,
que aquí estoy y estoy vivo
y es de tí de quien hablo.            

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