Premios Searus 1999-XXII Certamen de Poesía


PREMIOS SEARUS 1999
XXII Certamen de Poesía

Año de Edición: 2000
Portada e Ilustraciones: Encarnación Román Moguer
Prólogo: Andrés Mirón
Poetas:
María Sanz Colchón
José Luis Blanco Garza


PRÓLOGO

          SEARUS es un topónimo romano y un certamen de poesía. Lo primero lo traen las enciclopedias. Lo segundo es, también, un asunto casi arqueológico. ¿O no es acaso una rareza histórica el que un certamen de poesía cumpla saludablemente este otoño la friolera veintidós convocatorias consecutivas? Aquí hay madera, amigos. Aquí se lleva ya esculpido un retablo de consideradas proporciones con figuras que representan parte muy principal de la poesía andaluza de esta hora. Lástima grande que también este cielo se lo perdiera aquel sutil conservador de mocárabes y geranios, el ilustre palaciego Joaquín Romero Murube. Menos mal que en su pueblo, cada noviembre, se consagran para el ritual sagrado de la poesía, convencidos (iba a decir contagiados) como están sus paisanos de que esto de la poesía es un asunto seriamente imprescindible.
          A la nómina de Searus viene este año a sumarse una de las voces femeninas más señeras y finamente impostadas de cuantas ha dado la poesía sevillana de todos los tiempos. Recalco: de todos los tiempos. Alguien la ha etiquetado de “dama de la melancolía”. De acuerdo. Pero no sólo eso.  María Sanz es, también, dama del elegante estoicismo frente a la fugacidad de todo, de fulgores exquisitos, de emociones contenidas, de registros expresivos mesurados y personalísimos, de silencios clamorosos, de sugerentes renuncias, de llamas transcendidas ante la sorpresa de encontrarse en medio de la eternidad y, por supuesto, dama de noche, por ese talante sensual suyo para contemplar y aprehender los primores florales, de los que tan pródiga es la ciudad en la que vive y crea.
          Uno de los cardinales del universo poético de María es, muy precisamente, Sevilla. Y es en torno a ese eje argumental sobre el que giran los poetas premiados en este certamen poético.
          José Luis Blanco Garza es el otro galardonado. Se declara becqueriano. ¿Qué sería de nosotros si no? El poeta se pregunta por su identidad y ésta es la respuesta: “una mota de polvo respondona”. Más que pesimismo existencial, empero, en estas composiciones se advierten cierto excepticismo frente al destino final del hombre y un deseo imperioso de encarar los estragos del tiempo desde la barbacana de la cotidianeidad. A veces asoma la ironía. Y la tristeza. Claro: becqueriano.
          Y volviendo a María, no he conocido un caso de lírica vocación tan acendrada y fervorosa como la suya. Que una chavala como ella tenga ya una obra aclamada con innumerables galardones por toda la geografía nacional y reconocida por la crítica autorizada, es algo ciertamente portentoso.
          A María y a mí nos une una amistad antigua y entrañable. De no ser así, mi admiración –creánme– sería la misma. Y, para más compenetración y por si fuera poco, nosotros tenemos el convencimiento de que, según el polaco Jaroslov Seifert, no hay manera posible de estar en este mundo si no es poéticamente.

Andrés Mirón

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