“Tostá” con sardinas, excelente propuesta
para degustarla en los días soleados de otoño. Alimento muy considerado por
nuestros mayores cuando el trabajo en el campo transcurría de sol a sol, quizás porque las sardinas abundaban y su precio era modesto. Cocina tradicional de
Los Palacios y Villafranca.
Foto: Sergio Villar Bertholet |
Foto: Aurora Belén Pérez |
Es un pescado que se cocina en grandes
concentraciones de personas en los festejos populares. Aunque nunca ha sido muy
valorada, debido a su abundancia y su bajo precio. Aún hay quienes piensan que
si algo es abundante y su precio es asequible, no puede ser bueno… ¡Ellos se la
pierden!.
La
sardina es un alimento con un alto valor nutritivo. Es un pescado azul, con
buena fuente de omega-3, que ayuda a disminuir los niveles de colesterol y de
triglicéridos, además de aumentar la fluidez de la sangre. Su contenido
proteico también es elevado. Entre las vitaminas que aporta se encuentran
algunas del grupo B como la B12, B1. Intervienen en numerosos procesos de gran
importancia como la formación de glóbulos rojos, la síntesis de material
genético, etc.
Foto: María Dolores Guerero Guerero |
La
mejor temporada para degustar la sardina es durante los meses de verano,
temporada en la que estos peces se sobrealimentan debido a la abundancia de
plancton y acumulan acumulan gran cantidad de grasa bajo sus escamas. No
obstante, es una delicia poder saborearla durante todo el año…
Las sardinas podemos prepararlas a la
parrilla o a la plancha. Es un plato muy simple y con un sabor intenso. Las
sardinas, a no ser que vengan desde el mercado muy sucias, no se les hace nada,
salvo echarles un buen puñado de sal por encima. No hace falta destriparlas,
quitarles la cabeza ni las escamas. De esa operación nos ocuparemos cuando nos
las comamos.
Foto: Sergio Villar Bertholet |
Colocamos la plancha encima del fuego
medio/fuerte o de las brasas, siempre que éstas estén a buena temperatura.
Cuando la plancha esté caliente añadimos un “pelín” de aceite de oliva y otro
buen puñado de sal. Si usamos una parrilla no vertemos aceite y la sal la echamos
sobre las sardinas. Encima de uno u otro objeto dispondremos las sardinas. No
las tocamos, las dejamos hacer durante unos 3 minutos, dependiendo del tamaño
de las mismas y hasta conseguir que estén bien doradas. Con una espátula o
paleta les damos la vuelta y esperamos un intervalo de tiempo similar hasta que
queden por los dos lados bien hechas. Transcurrido el referido tiempo retiramos
las sardinas de la plancha o parrilla y las vamos colocando sobre un plano,
volviendo a repetir la misma operación con el resto de las sardinas que nos
vayamos a comer.
Procederemos también a tostar el pan.
Para ello, cortamos una media de pan y le hacemos “alegrías” con un cuchillo o
navaja (cortes con forma de rombos). Lo acercamos al fuego de las brasas, con
cuidado de que no se queme. Una vez tostado le añadimos aceite de oliva.
Foto: Sergio Villar Bertholet |
Se aconseja asar las sardinas en un
lugar abierto, patio ventilado, terraza, campo, etc. Ya que el olor y el humo que
se desprende pueden quedar impregnados en las habitaciones de la casa, si se nos
ocurre hacerlas en la cocina.
Foto: Antonio Cerrá |
Foto: Juan Carlos Moreno Barba |
Nuestros mayores acostumbraban a tostar
el pan ensartándolo con un sarmiento y dejándolo que se tostara en las brasas
de un fuego realizado con ceporros, trozos de madera procedente de las viñas
viejas y podadas. Las sardinas se asaban con el mismo procedimiento, en forma
de espeto, aunque una a una. Eran otros tiempos, en los que la jornada laboral
del hombre del campo transcurría de sol a sol y el almuerzo se realizaba en el
lugar de trabajo, en le “tajo”. Se acostumbraba a realizar el almuerzo a la
sombre de una vieja choza o un olivo en los meses de verano y alrededor de un fuego, prendido por la
mañana, en los fríos días de otoño e
invierno.
M.
Sánchez Martín, Asociación Cultural Searus.
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