En
mayo de 1968 el local de la Avda. de Utrera, propiedad de Joselón, fue cerrado
por las autoridades municipales y Antonio Capellán tuvo que incorporarse al
servicio militar. El grupo se reorganizó con Paco Moral, voz y batería; Enrique
Domínguez, coros y rítmica; Guillemo “Distinguido”, voz y punteo y Manuel
Rueda, bajo. En junio comenzaron los ensayos con mucho entusiasmo, preparando
temas cantados por grupos populares de aquellos años, como fueron Los Albas,
Archie, Cristina y los Stop, The Shadows, Andrés do Barro, Victor Manuel, etc…
Cuando
una puerta se cierra, otra se abre…Manolo Nieto, dueño del
Desembarco, en junio de 1968 comenzó a organizar fiestas y sesiones de bailes
los domingos, en la enorme terraza-patio que existía en el restaurante. El empresario
palaciego se fijó en The Barking y los contrató para amenizar las mencionadas
veladas. No obstante, como no conocía bien al conjunto ni confiaba aún en el
posible “gancho” y atracción que supondría para el público, convino un contrato
especial. El acuerdo consistió en que The Barking obtendría los beneficios de
la venta de entradas, a 25 pesetas, haciéndose cargo de la contratación de un
portero y los beneficios que reportase las barra del bar, serían para el dueño
del Desembarco.
El
Desembarco, junto al bar Las Maravillas.
Foto:
Comienzo años 70.
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Pasado
un tiempo, tres o cuatro domingos, Manolo Nieto cambió el acuerdo anterior, haciéndose
cargo él de la contratación del portero, cobro de las entradas y gestión del bar,
pagando un fijo de 1.500 pesetas por cada actuación a The Barking. Así se
fueron sucediendo durante junio, julio y agosto los bailes y fiestas en el
patio del Restaurante, situado en la Avenida de Cádiz.
9 de junio de 1968.
Cedido por Manuel Rueda |
16 de junio de 1968.
Cedido por Manuel Rueda |
18 de julio de 1968
Cedido por Manuel Rueda |
Intercalados
con los bailes organizados los domingos en el Desembarco, el conjunto llegó a
actuar en Bellavista y Las Cabezas de San Juan. Con cierta intermitencia y
gracias a los contratos gestionados por Francisco Sánchez Cabrera, Paco Cabrera
de la Aurora, buen ojeador de artistas con talento y hombre preocupado por dar
a conocer en el exterior a la gente de Los Palacios y Villafranca, The Barking
comenzó a ser popular fuera de nuestro pueblo.
En
la feria de Los Palacios y Villafranca, celebrada en el año 1968 los días 15 al
18 de agosto, Manolo Nieto, que regentaba el bar de la caseta municipal, los
volvió a contratar. La referida caseta, estrecha y con forma alargada, se
instalaba en la Plaza de España, ocupando el espacio en el que actualmente está
situada la fuente con la estatua simbolizando al viticultor palaciego,
extendiéndose hasta la puerta de la actual heladería Mauri, lugar donde se colocaba
el pequeño escenario. Los honorarios por animar la caseta municipal los cuatro
días de feria, con canciones y música, ascendieron a 8.000 pesetas.
Existen
pocas fotos de las actuaciones ofrecidas por el grupo durante la feria, no
obstante, Roque inmortalizó la escena en el que The Barking interpretaba la
música de la película de Sergio Leone “La muerte tenía un precio” (Ennio Morricone) y un grupo de
jóvenes palaciegos disfrazados de pistoleros representaban las acciones de un
duelo, acabando todos víctimas de los disparos…
Durante
los meses de otoño e invierno, gracias a un sacerdote, el conjunto realizó
varias actuaciones benéficas organizadas por Cáritas Parroquiales de Las
Cabezas de San Juan. Esta actividad les proporcionó popularidad y fama fuera de
los límites de Los Palacios y Villafranca, aunque pocos ingresos…
1968
fue un año, en general, preñado de sensaciones nuevas, cambios en los
integrantes del grupo, actuaciones domingueras dentro y fuera del pueblo,
reconocimientos, endeudamiento, trampas... The Barking consiguió reunir el
equipo de instrumentos, voces, etc. con esfuerzo, voluntad de superación,
entusiasmo y mucho trabajo de cada uno de sus componentes en otras tareas al
margen de la estrictamente musical. Cabe reseñar que un micrófono costaba,
en aquellos años, 8.000 pesetas; un pellejo de tambor 1.500 ptas.; una guitarra
de mediana calidad 12.000 y una buena 40.000 pesetas (inalcanzable para el
grupo). Precios que debemos compararlos con las 100 pesetas que era el sueldo,
medio, de los trabajadores de la época.
Fotos, documentación, asesoramiento
y recuerdos de Manuel Rueda.
M. Sánchez Martín, Asociación
Cultural Searus, octubre de 2015.
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