Romero Murube y la Segunda República


49º   ANIVERSARIO   DE   SU    MUERTE

ROMERO MURUBE Y LA SEGUNDA REPÚBLICA

En el aniversario de su muerte, el autor rescata su nombramiento como conservador del Alcázar

JULIO MAYO
Estas colas interminables que serpentean junto a las murallas del Alcázar, son la mejor muestra de la expectación que levanta entre los visitantes la antigua fortaleza del rey don Pedro I. Pero el enorme trasiego turístico con el que convivimos, tiene su origen en medidas políticas adoptadas durante la República (1931-1936), como la de nombrar conservador del edificio al joven escritor y periodista, Joaquín Romero Murube. Cuando accedió al cargo en 1934, este amigo de tantos escritores de la Generación del 27, fue la persona elegida por la corporación municipal para materializar la preocupación republicana de preservar el patrimonio, con el fin de contribuir a dinamizar la vida cultural y educativa de la sociedad civil. El Alcázar conocería con Joaquín Romero Murube la apertura plena, como monumento abierto al público. Se convirtió en un palacio de carácter municipal, mostrado al pueblo al margen de los de índole nobiliaria que representaban a la Sevilla de otros tiempos. Pese a su buena gestión como conservador, el alcalde Horacio Hermoso pretendió apartarlo de su cargo, en marzo de 1936. Si bien, tras la mediación del sevillano Diego Martínez Barrios, luego presidente interino de la II República, el gobierno municipal decidió mantenerlo al frente del Alcázar.

Romero Murube, cuarto por la izquierda, en una foto de familia
encabezada por Martínez Barrio y Companys. Foto: ABC


Al Alcázar sevillano
Romero Murube no era una persona aislada de la esfera política ni cultural del momento. Su padre, el abogado don Rafael Romero Gutiérrez había sido presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País y la Diputación de Sevilla a inicios del siglo XX, bajo la estela política del liberal Rodríguez de la Borbolla. Estaba muy bien relacionado y atesoraba una capacidad inusitada para hilvanar relaciones con estamentos sociales de ámbito local y nacional. Vivía en el barrio de San Lorenzo, estaba soltero y tenía 30 años al llegar al cargo de director conservador, el 14 de julio de 1934, siendo alcalde Isacio Contreras. De todos modos, el nombramiento oficial no se concretó hasta el 18 de octubre de aquel mismo año. En aquellos días, Joaquín Romero Murube –que dirigía la «Hoja oficial de Los Lunes» de la Asociación de la Prensa–, visitaba con asiduidad la prestigiosa biblioteca del Ateneo, cuya entidad le otorgó el premio «Izquierdo» por su libro «José María Izquierdo y Sevilla», aquel mismo año.
«Desde que no hubo Reyes en España –escribió Joaquín Romero Murube en un Memorial curioso de obras llevadas a cabo durante los años 1936 y 1937–, el Alcázar ha sido propiedad del Ayuntamiento sevillano, su más legítimo poseedor, y nunca como ahora se hicieron tantas reformas y embellecimientos». Merced a una óptima administración, se dispuso de albañiles y hubo dinero para poder hacer muchas obras de lujo con una fluidez mayor que si dependiera de la Casa Real.
Comenzó Joaquín Romero Murube a visitar el Alcázar años antes de llegar al cargo; no en vano los vestigios evocaban los orígenes pretéritos de Andalucía a nuestro poeta y un buen número de eruditos que comenzaron a reunirse bajo los artesonados mudéjares, en 1932, como miembros del Centro de Estudios Andaluces. En el seno de este colectivo coincidió con su antecesor en el cargo, don Alfonso Lasso de la Vega, fundador de este centro y gran valedor del andalucismo.

Isacio Contreras y Romero Murube. Foto ABC


El Frente Popular
Por las Actas municipales conocemos que el 27 de febrero de 1936 se constituyó el Ayuntamiento formado por la coalición de izquierdas que integraba el Frente Popular, presidido por el alcalde Horacio Hermoso Araujo. Sólo dos días después, el plenario acordó anular su plaza y ordenó que desalojase la vivienda en el plazo de un mes, escasos días después de haberse casado con Soledad Murube en Madrid. No estuvo de acuerdo con esta propuesta, y votó en contra, Isacio Contreras, que en esta etapa republicana había pasado a ser concejal.
Romero Murube alertaba al poeta sevillano Adriano del Valle, en una carta fechada el 3 de marzo, del peligro que corría su trabajo como cuidador de los jardines y fuentes palaciegas. En otra misiva, Murube le detalló que el conserje del Alcázar, Ángel Besset, era cuñado de Diego Martínez Barrios y se había enemistado con él. Joaquín lo culpaba de haber causado el estallido del conflicto. Numerosas cartas, hasta ahora desconocidas, nos permiten conocer las reacciones contrarias al cese. El mismo 3 de marzo, Pérez Infante, presidente del comité de Centros Culturales de Sevilla, remitió un telegrama a Martínez Barrios, en protesta por la destitución. Jorge Guillén y varios políticos influyentes más escribieron a Martínez Barrios para que impidiera la tropelía. El líder republicano influyó sobre los gobernantes sevillanos con el objeto de que no echaran a Romero Murube. Muy pocos días después, los concejales del Frente Popular desistieron. Así lo transmitió el mismo Martínez Barrios por conducto epistolar a don Claudio Sánchez Albornoz, el 8 de marzo, a la luz de distintos documentos del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca que hemos consultado.
Una vez normalizada la situación, Joaquín Romero Murube recibió el 27 de abril, en plena feria, la visita oficial de Diego Martínez Barrios, ya como presidente de la República, acompañado de una amplia expedición formada, entre otros, por Luis Companys, presidente de la Generalitad de Cataluña; Manuel Blasco Garzón, ministro de Comunicaciones; José María Puelles, presidente de la Diputación y Horacio Hermoso, alcalde de la ciudad.

Socialismo republicano
En las sesiones de estudios andaluces celebradas en el Alcázar, coincidió con figuras eminentes como el propio Jorge Guillén, que había sido profesor suyo de Literatura en la Universidad, y hasta Alberto Fernández Ballesteros, uno de los principales promotores del PSOE de Sevilla. En la relación entrelazada por Romero Murube con Manuel de Falla, jugó un papel capital Fernández Ballesteros, como presidente de la Orquesta Bética que fundó el genial compositor gaditano aquellos años de la República. Romero Murube fue afín a la corriente socialista. Se constata así en la correspondencia mantenida con Federico García Lorca, plagada de alusiones a don Fernando de los Ríos, ministro republicano que había sido profesor universitario del escritor granadino, y gran benefactor de la actividad de escritores como Joaquín Romero Murube y el propio Federico García Lorca, ilustre huésped del Alcázar sevillano en la primavera de 1935.
Hay que atribuir a la República el mérito de descubrir la faceta de defensor patrimonial que logró desarrollar con tanta sensibilidad el escritor nacido en Los Palacios y Villafranca. La lucha incansable por salvar a Sevilla del aldeanismo localista y hacerla más universal, tal como confiesa en el prólogo de su libro «Sevilla en los labios», la enarboló desde una atalaya que se convertiría en su morada desde los años de la República hasta que falleció en la madrugada el 15 de noviembre de 1969.

JULIO MAYO ES HISTORIADOR


Artículo del Historiador Julio Mayo, publicado en Tribula Libre de ABC de Sevilla el 17 de noviembre de 2018, página 30 y autorizado para ser publicado en el blog de la Asociación Cultural Searus.


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