Capítulo-11: "Historia y recuerdos de The Barking, grupo pop rock de Los Palacios y Villafranca"

En enero de 1972 el grupo The Barking continuó los viernes, sábados, domingos y días de fiesta actuando en el Racing Club. Los jóvenes solían asistir a los bailes por las tardes, aumentando la asistencia de público por las noches, con lo que normalmente se incorporaba una nueva orquesta, de ayuda, a las denominadas verbenas nocturnas. El conjunto seguía prodigándose y haciendo incursiones musicales en locales de algunos pueblos cercanos a Las Palmas de Gran Canaria.
The Barking en el patio del Racing Club, 1972. Foto: Manuel Rueda.

Comenzadas las fiestas de Carnaval, en febrero, el grupo amenizaba todas las noches los espectáculos que se organizaban en el Club. De lunes a viernes solía acompañar a The Barking una segunda orquesta y los sábados y domingos se unía una tercera, de refuerzo. En el escenario se agolpaban los instrumentos de  los grupos, órganos, baterías, amplificadores, etc, y aunque el lugar era espacioso, el sitio quedaba saturado de cacharros y dispositivos de todo tipo.

En el Racing Club, febrero-marzo de 1972. Foto: Manuel Rueda

Las orquestas “Los Covinas”, “Mejías” y “Viena”, compartieron escenario con The Barking, de manera frecuente, en el Racing Club. “Los Covinas” estaba formada por cinco buenos músicos y mejores personas; la orquesta “Mejías”, integrada por personas mayores, normalmente hacían boleros, chachachá y pasodobles; el trío “Viena” compuesto por tres sargentos del ejército del aire, que tocaban el órgano, la batería y el bajo. Debido a las inoportunas guardias que a veces debían realizar los militares, Manuel Rueda tuvo que sustituir y suplantar en cierta ocasión durante el primer pase al sargento que tocaba el bajo.

Tarjeta de la orquesta “Los Covina”. Foto: Manuel Rueda.
Tarjeta del batería de  “Los Covina”. Foto: Manuel Rueda.
Tarjeta del Presidente del Racing Club de Las Palmas.
Foto: Manuel Rueda.

Iniciadas las fiestas de los Carnavales, mediados de febrero, llegaron de vacaciones a las islas Juan Distinguido (hermano de Guillermo), José Sousa y José Manuel Gasparo. Los tres palaciegos compartieron con sus amigos de The Barking varios días que sin duda guardarán en el recuerdo.

De izquierda a derecha: Joselín González, Juanito Distinguido, José Sousa, Antonio Capellán y Guillermo Distinguido; agachado: Manuel Rueda; detrás: Paco Moral y  José Manuel Gasparo.

Solían frecuentar la sala de fiesta del Racing Club un grupo de gays maquillados  y vestidos de mujeres, que eran fácilmente confundidos con atractivas chicas. Precisamente eso le sucedería a José Sousa, que bailó bien agarrado toda una noche a un gay perfectamente vestido con indumentaria femenina. Los encantos de mujer de aquella persona con larga melena, pechos prominentes (operados) que se dejaban ver por el amplio escote y sus delicadas caderas, confundieron a José que no vio más allá… Fueron los amigos de The Barking quienes advirtieron al palaciego del error que estaba cometiendo, aunque éste no se convenció hasta no agarrar con sus manos “el paquete” que cautelosamente guardaba entre sus piernas el gay… circunstancia que hizo a José dejar de bailar ipso facto con dicha persona.

De Izquierda a derecha: Paco Moral, Guillermo Distinguido, Manuel Rueda, Antonio Capellán y Joselín González; agachados: Juanito Distinguido y José Sousa; Detrás: José Manuel Gasparo.

Manuel, Antonio, Guillermo, Paco y Joselín descubrieron en el Racing Club y durante su estancia en las Islas Canarias aspectos, circunstancias, hechos a los que no estaban acostumbrados ni habían tenido, en la Península, relación directa con ellos. Por la novedad en aquellos años, por la actitud y crispación de algunas personas, alterando sin motivo la convivencia social, nuestros músicos se vieron sorprendidos por el mundo de las drogas, las peleas y riñas en los locales de alterne.

En la sala de fiesta del Racing Club, donde se reunían muchas personas, se producían varias peleas cada noche. El local era frecuentado por boxeadores, algunos de élite como lo fue José Legrá (campeón del mundo de los pesos plumas), muchos púgiles locales que estaban empezando su carrera y con cierta asiduidad por el campeón canario Carlos Viera Montenegro que, como buen boxeador y luchador en todas sus peleas, siempre acostumbraba a dar el primer puñetazo para iniciar la bronca.

Componente de The Barking en el patio del Racing Club. Foto: Manuel Rueda.
Componentes de The Barking en el patio del Racing Club. Foto: Manuel Rueda.

Componentes de The Barking en el patio del Racing Club. Foto: Manuel Rueda.
Componentes de The Barking en el patio del Racing Club. Foto: Manuel Rueda.

No fue frecuente ni normal que los componentes de The Barking se viesen envueltos en riñas y peleas, aunque si es digno de mención el suceso que les ocurrió cierta noche con una persona chulesca, bravucona, instigada por sus “colegas” y bebida. El personaje de marras quiso, a toda costa, subirse al escenario del Racing Club y cantar junto al grupo, a lo que The Barking se negó en rotundo. En represalia, el individuo y su grupo de amiguetes comenzaron a insultar de manera injusta, desproporcionada e hiriente, desde la pista de baile, a los músicos. Los palaciegos intentaron bajar del entarimado para poner fin a los  improperios, pero fueron detenidos y arropados en las escaleras por un numeroso grupo de chicas, impidiendo que se pusiesen a la altura que aquellos indeseables. Rápidamente intervendría los guardias de seguridad de la sala, expulsando del local a los alborotadores. No obstante, con ganas de bronca y pelea, esperaron en la calle hasta el término de la función, aunque nuevamente las fans del grupo evitaron que los palaciegos llegasen a las manos con los fanfarrones y presumidos que sólo buscaban enfrentamientos en todas las fiestas.


Manuel Rueda y Joselín González, 
en el camerino del Racing Club.
The Barking y Juanito Distinguido sentados
 en la puerta de una casa frente al Racing Club.

La adición a las drogas comenzaba a extenderse, en 1972, en muchos colectivos de jóvenes de la isla, algo que en el pueblo aún no había llegado o no se conocía. Los amigos de The Barking se mantuvieron al margen, apoyándose unos en otros, alejándose de las sustancias alucinógenas que con insistencia les ofrecían. Durante los seis meses que los palaciegos vivieron en Canarias, muchas fueron las ocasiones y oportunidades que tuvieron para haber caído en el pozo de las drogas, sustancias que pasaban muy cerca de ellos, ante sus ojos. Gracias a la fuerza de voluntad, al apoyo mutuo y a las propias convicciones, no cayeron en el abismo.

Advirtieron desde el primer momento, The Barking, que era curiosa la forma de bailar de los jóvenes canarios, danzaban siempre igual, fuese la música o estilo que fuese, incluso las sevillanas, dando vueltas por la pista con excesivos movimientos bruscos. Sólo atemperaban y pausaban el meneo en baladas y canciones lentas.

Recordarán siempre los integrantes del grupo su estancia en las Islas Canarias, donde hicieron grandes amistades con los componentes de las distintas orquestas, miembros del Racing, etc. Entre los socios del Club había personas de todas las clases sociales, médicos, odontólogos, periodistas, comerciantes, asalariados, etc., pero todos tenían en común el trabajo durante el día y el disfrute con las fiestas y veladas nocturnas. Siempre tuvieron amigos y conocidos que estuvieron dispuestos a prestar sus vehículos para trasladarlos a cualquier punto de la isla.

The Barking, en “Escaleritas”
(Barrio de Las Palmas). Foto: Manuel Rueda.
The Barking, en “Escaleritas”
(Barrio de Las Palmas). Foto: Manuel Rueda.
The Barking, en “Escaleritas”
(Barrio de Las Palmas). Foto: Manuel Rueda.
The Barking, en “Escaleritas”
(Barrio de Las Palmas). Foto: Manuel Rueda.

El 19 de marzo de 1972, coincidiendo con el final de los Carnavales y Fiestas organizadas en el Racing Club de Las Palmas, The Barking pondría punto y final a su vinculación contractual con la sociedad, después de tres meses de intenso trabajo musical.

 Seis meses habían transcurrido desde que salieron del pueblo, alejados de sus familias y seres queridos y aunque la vida les había sonreído por el trabajo, amistades e integración en la comunidad canaria, The Barking ansiaba el regreso a la Península, a Los Palacios y Villafranca. El miércoles 22 de marzo de 1972 a las 21:00 h. tomaban el barco de la compañía Transmediterránea con destino al puerto de Cádiz, siendo despedidos en el muelle por un numeroso grupo de fans (más de cincuenta), amigos y miembros del Racing Club.

La larga travesía sería sobrellevada durmiendo, visionando las películas  que se proyectaban en el salón principal del navío o almorzando, cenando, etc. en el comedor del barco. En la mañana del viernes 24 de marzo de 1972, Manuel Rueda se pone en contacto con su hermano José mediante una conferencia radiotelefónica. José Rueda trabajaba en aquella época en Gráficas Los Palacios, imprenta de Antonio Gómez. La llamada duraría tres minutos y su coste se elevó a la nada despreciable cantidad de 131,5 pesetas, una fortuna en aquellos años. Manuel Rueda pide a su hermano que contrate los servicios de Emilio “El Cebadero” para que su furgoneta con un conductor los espere en el puerto de Cádiz. Pasadas las 14:30 h. del 24 de marzo, el barco llegaría al muelle, estando el chófer y el vehículo alquilado esperando a los músicos palaciegos para llevarlos, por carretera, de regreso al Pueblo.

Factura de la conferencia radiotelefónica realizada el 24 de marzo de 1972. Foto: Manuel Rueda.


Fotos, documentación, asesoramiento y recuerdos de Manuel Rueda.

M. Sánchez Martín, Asociación Cultural Searus, diciembre de 2015.

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