Esther García Bonilla, 2º Premio Poesía Searus-2005


ESTHER GARCÍA BONILLA

Nota Biográfica

           Esther García Bonilla, poeta sevillana licenciada en Filología Hispánica, inició estudios de postgrado en Teoría de la Literatura y en la actualidad ejerce como profesora titular de secundaria, actividad que compagina con la creación artística. Miembro fundador del Taller de Teatro Clásico de la Universidad Hispalense, es, así mismo, autora de piezas teatrales, guiones cinematográficos, relatos y poemas. Fue merecedora de la mención de honor en el V Certamen de Literatura de la Universidad de Sevilla con su relato Se alquila corazón. En la actualidad, ultima detalles de un poemario titulado Canciones al olvido.

Esther García Bonilla, Noviembre de 2006




Obra: “LAS ESTACIONES PERDIDAS”
2º Premio, XXVIII  Certamen de Poesía Searus, 2005




                    I

Dos maletas vacías. Pasajeros.
Sin estrenar una sonrisa y sola.
Viajaba sin visado.

¿Tú también viajas solo?
No llevas prisa,
ni traes maletas,
y en tu mirada
se escriben mil designios,
alma desnuda de errado vagar.

En la estación hoy nadie nos despide,
ya nadie nos espera.
Tampoco nadie
selló en nuestros billetes
la fecha de regreso.

Postales sin destino y sin remite
que alguien para siempre ha olvidado.



                    II

Ya despiertan los campos a la vida,
ya la amapola estalla
su rojo entre trigales.
Tu sombra se hace luz,
por un momento,
y tu boca desgrana mil sonrisas,
preludio de una alegre primavera…



                    III

Y hoy me pregunto:
¿Qué es la metáfora de un río?
Buscándonos en otros,
los años que perdimos.



                    IV

A hurtadillas te robo una mirada,
que escondo entre los pliegues de la mente.
Allí es sólo mía.
Es mi breve tesoro;
es estrella fugaz;
es nube que, desnuda y limpia, vuela
mudándose de forma,
sin pudor a su paso.
Y al luchar por guardarla
me rompo, me hago añicos, me deshago
y al fin desisto,
pues bien sé que el amor
no se puede guardar
como flor en un libro.



                    V

Pero si al descorchar
la última sonrisa,
te aferras a mis labios
buscando paradero,
no creas que la noche
retrasará mi marcha;
no hay sábana que guarde
el calor de mis sueños.



                    VI

Quieres vivir en mí
y aunque las puertas del deseo cerrara,
como una enredadera,
nocturno y alevoso,
hasta aquí treparías
para alojarte
-quién te ha invitado-
en el rincón más oscurote mi alma.

Para vivirme vienes, y mostrarme
una vez más,
que eres el dueño
de mi zaguán, de mis postigos,
de mi alcoba desnuda,
del insomne reloj que me acompaña
si la noche está seria y tú no llegas.

Vivirás en cada palabra que yo no diga
pero también
en cada “buenos días”.
Te alojarás
con tu maleta rota de paisajes,
con tus libros repletos de mentiras
y tus manos vacías de verdades.

Pero, qué pasaría
si aún tuviera hálito
para negar,
para negarme,
para negarnos juntos
y cerrara los ojos,
las puertas, los balcones…

Cegada
y sola
y triste,
entonces volvería a repetir,
a mi pesar,
tu nombre y mi condena.



                    VII

Y entonces, sin saberlo,
la primavera iba clavando espinas
en mis sentidos,
mientras que, por mi boca,
tus besos de agua
sacaban otros cauces al deseo.
Ya todo lo eclipsó tu luz serena
y nada brillaría
cuando estuvieras.



                    VIII

Pero el amor es frágil,
y a veces leve,
como efímera pompa de jabón.
El vuelo toma apenas,
no dura más que un beso,
lo que un bostezo dura;
pues al balancearse
se quiebra y se dispersa en tristes gotas
que nunca más podrás recuperar.

Juguemos esta tarde
sin reglas tan crueles,
soñemos que este amor
que apenas aletea
tendrá por siempre el brillo
del agua que mezclamos con jabón.



                    IX

Te veo marchar
y siento aún tu abrazo
amarrado a mi blusa.
Nadie nos enseñó a decir adiós.
Mis labios siguen
tus puntos suspensivos, sin vestir
de negro tu anunciada despedida.

Y sé que no hay regreso.
Volverás a ser tú
y yo seré la misma.
Nuestras vidas ya no
serán dos paralelas,
sino insomnes segmentos
tendiendo al infinito.
Todo será tranquilo
y tú me oirás de lejos.



                    X

Son las tres de la tarde y late agosto.
Rueda lenta mi calma entre las sábanas,
entra en letargo ese punzante dolor
y trepa hasta mi cuello
y humedece mis párpados
y aquí se esconde.

Se alojará tu mudo adiós
en la penumbra del rincón sombrío
donde ya sólo hay polvo
y habitará mi casa,
ocupada otras veces
de otros dolores
que llegaron, como él, sin avisar.

Y en otro andén
mudarán las sonrisas
tu soledad.




                    XI

Vas tan lejano, amor,
que parece que el mar
se haya tragado
definitivamente tu mirada.



                    XII

Muriendo está la tarde de septiembre.
De malva la nostalgia va tiñendo
la fachada encalada
y, como antigua foto,
tu brillante recuerdo
amarillea.
Cayeron tus palabras
igual que la hojarasca.
Y a otra vieja estación las barre el viento…



                    XIII

Acaso tenga que llenar
de piedras mis bolsillos
para que no me lleve
de tu desdén el aire.
Acaso tenga que amarrarme
a un horizonte
menos mudable,
menos oscuro,
menos fiero…
Anochece y el viento azota
y tengo frío
y angustia y miedo
y ansias de ti
y otras miserias
que no te contaré.



                    XIV

El tiempo hoy se ha tomado
levemente un respiro,
apenas lo que dure
la nieve en mi ventana.



                    XV

El sudor de esta carne hecha a retales
con jirones de amarga
existencia ha borrado
las huellas de tus besos,
ha tachado los trazos de tu nombre.

De cada cicatriz brota una espiga
que clama a voces las estación primera.
Y al fin me dejas
cantar canciones al olvido.

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