“Poleá” o “Espoleá”, plato sencillo de la cocina tradicional de Los Palacios y
Villafranca, quitó el hambre a muchas personas del Pueblo cuando había escasez
de alimentos o la carestía de los mismos hacían que las familias humildes no
pudiesen acceder a ellos. Es un plato considerado como postre, si bien en el
Pueblo se consumía en los años difíciles como plato único, ya que era barato y
muy energético, al intervenir en su elaboración ingredientes
como la harina y el aceite, que lo enriquecían con energía procedente de los
hidratos de carbono complejos y la grasa del aceite... Se le puede considerar
como una derivación de las gachas dulces.
Foto: José Manuel Bernal Moguer |
INGREDIENTES:
1/2
litro de leche. 200 gramos de harina de trigo de repostería. 50 gramos de
azúcar. 125 ml. de aceite de oliva virgen extra. Una cucharada de matalahúva. Una
cucharada de canela molida. La corteza de un limón. Rebanadas de pan para freír.
Ingredientes |
ELABORACIÓN:
Se
calienta aceite a fuego lento y en su interior añadimos una “muñequilla” de
matalahúva y unas cortezas de limón. Cuando el aceite se ha impregnado con el
aroma de la matalahúva y las rodajas de limón se retiran del fuego. Apartado
del fuego añadimos harina y removemos rápidamente con una cuchara de palo o una
varilla. Volvemos a ponerlo en el fuego (lento) y añadimos leche (a temperatura
ambiente) poco a poco, removiendo con energía para que no se formen grumos o se
pegue al fondo de la sartén.
En
algunos casos, en el pueblo, se suele añadir un “chorreón” de vino dulce para
acentuar el sabor de la mezcla resultante. aunque lo normal es añadir azúcar
para darle dulzor. Se remueve mezclando bien los ingredientes y a fuego lento,
para que la harina se vaya cociendo. Cuando la mezcla haya adoptado una textura
parecida a la del chocolate añadimos azúcar, meneamos unos dos o tres minutos y
apartamos del fuego cuando notemos que haya espesado.
Mientras
dejamos la “espoleá” reposando cortamos unos trozos de pan (del día
anterior) y los freímos en aceite de oliva hasta que estén dorados (las “rebanás”).
En un recipiente vertemos la “espoleá”, añadimos
trozos del pan adornando el plato y espolvoreamos con canela y también hay
quienes espolvorean con un poco de azúcar.
La “espoleá” está riquísima templada en
invierno y fría en verano.
NOTA:
Cuentan nuestros mayores que en los años del “hambre” fue un plato que se hacía
con frecuencia en las casas, ya que se necesitaban pocos ingredientes y
“mataba” el hambre. En esa época se vertía poca cantidad de azúcar al plato y
en lugar de leche se usaba agua, dotándola de sabor el anís en grano y las rodajas
de limón, aunque la mezcla resultante no era muy apetecible, por su sabor, era
lo que había…
Foto: Amador Liébana Fernández |
“Espoleá” con su pizca de canela |
Asociación Cultural Searus con la
colaboración de Margarita Margarita. Cocina tradicional en Los Palacios y
Villafranca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario