LAS NIEVES DE LOS PALACIOS Y SU
FESTIVIDAD EN EL SIGLO XVI
HISTORIA
JULIO MAYO
Es posible que la festividad litúrgica de la imagen titular de la parroquia
–autorizada a ser construida por la Carta puebla de 1374– comenzara a
solemnizarse hacia 1440, una vez puesta bajo la advocación de Santa María de la
Blanca, después de que la casa de Arcos hubiese adquirido la propiedad y el
señorío de la villa de Los Palacios a los González de Medina, en las primeras
décadas del siglo XV. Un documento desconocido hasta ahora acredita que, al
menos a partir de 1526, el día de las Nieves se conmemoraba cada 5 de agosto, con
una función solemne oficiada en el altar mayor del primitivo templo gótico, de
menor tamaño al actual. En un modesto retablo gótico –anterior al que acogió
desde el siglo XVII el lienzo de Pablo Legot–, se encontraba una pequeña escultura
medieval, tallada de madera, que sería reemplazada por otra imagen en el
transcurso del XVIII, sustituida años más tarde
también por la actual que realizó el escultor sevillano, Gabriel de Astorga
Miranda, en 1864. Esta referencia descubierta, acredita la antigüedad con la que
la advocación mariana palaciega era festejada por encima, incluso, de Consolación
de Utrera, no venerada con mayor popularidad hasta superadas las primeras
décadas del siglo XVI. Entonces, la villa de Los Palacios era un lugar de paso
muy transitado, que había recibido las visitas ilustres de los mismísimos Reyes
Católicos y hasta el propio Cristóbal Colón, en 1490 y 1496 respectivamente. Estaba
situada en el mapa del mundo como una entidad política mucho más veterana, por
ejemplo, que los virreinatos españoles o las jóvenes repúblicas americanas (Estados
Unidos, Perú o Méjico).
El manuscrito refiere con literalidad que la parroquia «le ha de
decir una Fiesta de Nuestra Señora de Las Nieves en cada un año, con su
aniversario, por quien dejó este dicho tributo». La imposición consta asentada
con el número 11 de las encargadas por los feligreses, según los libros de
fábrica más antiguos del Archivo parroquial. El ordenamiento se otorgó ante el
escribano público de Los Palacios, Juan Jiménez, el 26 de octubre de aquel
1526, concretándose que todos los gastos ocasionados por la organización de la
fiesta religiosa (derechos parroquiales por asistencia del clero, cera, exorno
floral y órgano) serían sufragados con el dinero obtenido del alquiler de una
casa que había sido del barbero, Juan Sánchez, ubicada en la entonces
denominada calle del Rey, hoy rotulada como Nuestra Señora de la Aurora.
Aquella vivienda poseía un amplio corral, con postigo a la calle Nueva. Este
tributo se renovó en 1560 a favor de Pedro Sánchez, responsable de abonárselo
al erario parroquial por disfrutar de la casa. Curiosamente, estos dos
inmuebles se hallaban incardinados en la jurisdicción territorial de la Los
Palacios, no en el de Villafranca de la Marisma.
Toda esta información resulta de gran interés, pues sobre el culto
reglado de patronas y titulares parroquiales no es habitual poder disponer de
este tipo de registros fehacientes, con fechas tan remotas. Una de las fuentes
documentales menos exploradas por los investigadores, son las dotaciones de
tributos, memorias de misas, capellanías y patronatos dejados por feligreses benefactores.
Con la renta del alquiler de bienes urbanos, y rústicos, se financiaron las
celebraciones de muchas fiestas religiosas, procesiones y aniversarios de
imágenes devocionales, ayudando con ello a mantener el culto de numerosas
advocaciones, aumentarlo y mejorar sustanciosamente el boato celebrativo de sus
correspondientes rituales.
Bastante significativo debía ser la piedad fervorosa que los palaciegos
le profesaban a Santa María de la Blanca en aquellos años, invocada como
especial protectora del vecindario. Lo pone de manifiesto el número de dotaciones
distintas dedicadas a festejar su día litúrgico, con independencia de la celebración
institucional, presumiblemente patrocinada por el Ayuntamiento (si fuese su
patrona) o el propio templo parroquial. En 1596, se otorgó otra obligación más.
La de doña María Gómez de Escobar, esposa de Ruy Gómez de Figueroa, sobre una
casa con tahona, también de la calle Real de Los Palacios, actual de la Aurora,
con cuyas rentas poder pagar las misas cantadas de la fiesta principal y sus
vísperas. Por otros documentos, sabemos que las intenciones piadosas
mantuvieron cierta continuidad. En el siglo XVII, se fundaron otras más en
torno a la festividad de las Nieves y días sucesivos, en los que se celebraba
una Octava que terminaba el 15 de agosto, fecha en la que se situó la procesión
de la patrona en el XIX.
Hoefnagel dibujó los perfiles del primitivo templo parroquial, cerca del
desaparecido castillo y algunas de las casas que componían aquel pueblo situado
a los pies del itinerario indiano, trazado desde Sevilla hacia los puertos
gaditanos, en el esplendor económico de la Carrera de Indias. Años más tarde
apareció el grabado en el «Civitatis Orbis Terrarum» (1565), junto a otras villas y lugares del antiguo reino de Sevilla, como Las
Alcantarillas, Las Cabezas y Lebrija, aunque con la ausencia de Utrera, ruta
que acogerá un mayor trasiego superadas ya las primeras décadas de 1500.
La importancia que el ayuntamiento de Sevilla le confería a la estratégica
localización de Los Palacios, por donde circundaron expediciones como la de Pedrarias
para embarcar en los puertos gaditanos rumbo hacia América, queda refrendada
con la iniciativa poblacional que promovió en 1501. El cabildo hispalense fundó
el núcleo de Villafranca de la Marisma, pegado a Los Palacios, incentivando a
un buen número de colonos para que viniesen a poblarla y poder frenar la
expansión de los Ponce de León (señores de Arcos). Vino a establecerse una
importante población de judíos conversos, según la narración de don Andrés
Bernáldez, el cura de Los Palacios, quien recoge en sus «Crónicas de los Reyes Católicos» que llegó a bautizar más de cien. A partir de entonces, Santa María la
Blanca se convirtió en la iglesia parroquial de las dos entidades
poblacionales, separadas hasta que se fusionaron en 1836.
Cuando Lutero celebra su primer oficio eucarístico reformado en el año
1526, los feligreses de ambos pueblos continuaron rindiéndole culto popular a
la Virgen María, en días como el de hoy. Todo el legado patrimonial que
representa para nuestra historia Santa María de las Nieves, en su conjunto, es
una muestra de la riquísima herencia religiosa y cultural recibida del pasado.
Ahora, ha cristalizado en una auténtica seña de identidad. Este tipo de
expresiones son fundamentales en el entendimiento de los diversos valores
aportados por cada uno de los municipios sevillanos, en beneficio de que la
capital llegase a consolidarse como una modélica urbe metropolitana. En la festividad
de las Nieves, somos más conscientes de la importancia que, para la obra universal
de Sevilla en el mundo, acabaron por tener pueblos como Los Palacios y
Villafranca.
JULIO MAYO ES HISTORIADOR
Publicado el sábado
5 de agoto de 2017, festividad de Ntra. Sra. de las Nieves, en ABC de Sevilla y
autorizado por Julio Mayo Troncoso para ser publicado en el blog de la
Asociación Cultural Searus.
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