José María de Juan Alonso, 2º Premio Searus-2002


JOSÉ MARÍA DE JUAN ALONSO

Nota Biográfica

           Nació el 19-03-1960 en León. Diplomado en Turismo.
Ha trabajado como agente de viajes y guía de turismo nacional e internacional.
          En este momento es consultor turístico, Profesor de la Universidad de Alcalá-Escuela Universitaria de Turismo, y de otras universidades y escuelas de negocios privadas.
Literatura:
          Premios Tardor de Poesía (Castellón), 2001, con el libro El Viaje de las Cenizas.
          Otros premios de poesía en 2001-2002: Astorga (León), Los Molinos (Madrid), Daya Nueva (Alicante), Azuqueca de Henares (Madrid), revista Escribir y Publicar, Cafetín Croché (San Lorenzo de El Escorial, Madrid), Quijote de Plata (Peña Rodense en Madrid).

Reseña biográfica tomada de la Antología 25 años de Poesía Searus, 2002




Obra: “LOS OJOS DE IMANE”
2º Premio, XXV Certamen de Poesía Searus, 2002



Esta tarde feroz de Palestina
los ojos de Imane
se han quedado vacíos
y no dejan dormir a las palomas.

Su vacío nos mira con asombro,
con un dulce estupor
que nos arranca el alma de la carne
por sólo unos minutos.

El tiempo suficiente
que nos recuerda que éramos humanos.

Su vacío cansado de desiertos
nos deja sin aliento y sin codicia
desde la placidez azul del miedo,
desde la blanca asepsia en la distancia.

Su vacío fatal y milenario
nos mira y nos devora
entre la nube gris de las noticias.

Sus ojos son ahora
una estación de sombras
densas como el metal
que taladran la piel,
una estancia de sombras
que nos cubre el almuerzo de ignominia.

Pero a pesar de todo
no veo en el vacío de sus ojos
una pizca de odio,
lo que hace aún más absurda
la calma que me invade entre la infamia.

Qué romántica y dulce es la miseria
en los cuerpos pequeños y lejanos,
qué morbosa y qué simple es esta muerte
que nos mira de lejos sin mancharnos.

No es posible callarse,
no es posible
seguir bebiendo el vino de la calma
con los ojos de Imane travestidos
en un chorro implacable
de electrones vacíos
derechos hacia el fondo de mis ojos,
donde se esconde el alma en su vergüenza.

En esta hora fatal y abrasadora
los ojos de Imane
están huecos, desiertos, devastados,
habitados de golpe
por los cuervos más negros de la guerra.

Ya no sangran las lágrimas de aceite
de olivos retorcidos
en formas irreales
que tachonan las lomas de Judea.

Sangran lágrimas negras, también negras
volutas de metal
han abrasado el aire que circunda
esos ojos tan mínimos y limpios,
esos ojos que casi ya no existen.

En los ojos de Imane,
espejos profundísimos y yertos
nos miran la memoria
del alma que avecina en su delirio
fisuras en la sombra de los muertos.

Ojos que en su ternura
han reflejado sin querer el alma
negra de los halcones
que han deseado su muerte
a través de los siglos, desde siempre.

Ojos que en la tormenta del deseo
nacieron contra toda la miseria.

Ojos negros de Imane
que hace siglos que lloran sin descanso.

Esos ojos cerrados
contra la más absurda de las muertes
ya han regalado toda su ternura
en sólo cuatro meses,
ya no les queda nada.

No sabemos a quién regalarán
el brillo que les iba destinado
que viene del inicio de la luz,
que viene del final del Universo.

Es sólo cuatro meses
y los ojos de Imane conocieron
cielos rasos de plomo y de ceniza
que nunca los borraron
la sonrisa inicial,
la sal y la sonrisa de la Tierra.

Ahora mismo, en esta hora incierta
en la otra faz del mundo
la mirada de Imane se reencarna
en otros ojos mínimos
igualmente preciosos,
igualmente tan dulces,
igualmente cargados de futuro.

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