Pozo y “pilón”.
Construcciones frecuentes en los campos de Los Palacios y Villafranca. En los
viñedos la existencia de un pilón y un pozo eran necesarios para la preparación
del “fosfato” (sulfato), disolución de sulfato de cobre y cal hidratada. El
procedimiento consistía en mezclar y hacer reaccionar el sulfato de cobre de
piedra con cal viva y agua (este procedimiento se vino realizando hasta los
años 70) y para ello se precisaba agua y una pila de piedra (pilón) donde
mezclar los compuestos químicos. La referida disolución se empleaba para la
prevención de la aparición del “mildiu” (hongo),
una de las enfermedades típicas de la vid. En aquellos años las hojas verdes de
las cepas se cubrían de un color azul intenso cada quince días, tiempo que
transcurría entre uno y otro tratamiento fungicida (“manos de fosfato”).
Construcciones rurales en Los Palacios y Villafranca.
El “Caldo Bordelés” fue
el primer fungicida de la historia, descubierto en 1882 por Millardet, profesor
de Botánica en Burdeos, por eso se le denominó "Bouillie Bordelaise"
(caldo bordelés). En la actualidad se sigue usando para el “repilo” del olivo,
aunque ya viene preparado.
La
preparación de “CALDO BORDELÉS” (Sulfato
cuprocálcico) que hacían nuestros agricultores en los pilones de los campos,
contaba con los siguientes ingredientes y en la proporción que indicamos:
Sulfato
de cobre y Cal.
Los
ingredientes exactos para preparar el CALDO BORDELÉS (al 1%) son:
Ingredientes
para preparar 100 litros de caldo:
700
gramos de cal viva o hidratada.
1
kilo de sulfato de cobre.
1
recipiente (pilón) con capacidad para 100 litros.
1
recipiente pequeño metálico con capacidad para 20 litros.
1
rodrigón de madera para revolver la mezcla.
100
litros de agua (extraído del pozo).
Sulfato de cobre, en piedra. |
Cal en terrón. |
El
procedimiento para su realización es: Dosis: 1000 g. de sulfato de cobre + 700
g. de cal viva (óxido de calcio) + 100 litros de agua. No use utensilios ni
recipientes de aluminio. Se disuelve el sulfato de cobre en el agua
introduciéndolo en una tela o bolsa porosa en la superficie. Se añade un poco
de agua a la cal viva, en un recipiente metálico, que se calentará mucho al
disolverse. Se deja enfriar y luego se mezclan las dos disoluciones.
El
sulfato de cobre en piedra y la cal viva dejaron paso a los tratamientos con
sulfatos en polvo (cuprosán, cruz verde, etc.) que simplemente se disolvían en
agua, de otros fungicidas sistémicos, uso de maquinaria con tanque de agua,
etc. y así poco a poco tanto pozo como pilón dejaron de usarse.
La
máquina de “echar fostato” (sulfatar), de cobre, que tenía una capacidad de
unos 15 litros de producto y se usaba para pulverizar sobre las hojas de la
vid, la disolución preparada. La pulverización tiene como objetivo depositar
las gotas con el producto fitosanitario de forma que cubran estratégicamente
los puntos de infección, potenciales o establecidos, de manera que puedan
ejercer su acción protectora o curativa.
Se
distinguían las siguientes partes: Un depósito hermético, filtro con tapón,
bomba manual, regulador manual, distribuidor manual y boquilla pulverizadora.
Máquina de "fosfatar" de cobre. Foto: José Manuel Bernal Moguer. |
Cuando
las máquinas de “fosfatar” tenían fugas, por roturas o picaduras en la
estructura metálica de las mismas, las espaldas de nuestros agricultores se
ponían en “carne viva”, debido a la cal mezclada y disuelta junto al sulfato de
cobre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario