ANA MARÍA GARRIDO PADILLA
Nota Biográfica
Licenciada en
Ciencias de la Información, rama periodismo, por la Universidad Complutense de
Madrid.
PREMIOS:
Primer
Premio del Certamen de Poesía de la Universidad Popular de Alcorcón (1993).
Tercer Premio del Certamen de Poesía de la Asociación de Mujeres Progresistas
(AMPPI) (1997). Primer Premio del Certamen de Poesía AMPPI (Años 1999, 2003,
2004, 2008). Primer Premio del Certamen de Poesía Pronta de la Feria del Libro
de Alcorcón (2001). Primer Premio del Certamen de Poesía de la Universidad
Popular de Alcorcón (2002). Segundo Premio del Certamen de Poesía AMPPI (2000,
2002). Primer Premio del XI Certamen Nacional de Poesía Mística “Martín
Descalzo”, Valdemoro (Madrid) (2002, 2005). Primer Premio del XVI Certamen de
Poesía “Manuel Ordóñez”, Higuera de la Sierra (Huelva) (2009). Botijo de Oro de
las XLIII Justas Poéticas de la Ciudad de Dueñas (Palencia) (2009).
PUBLICACIONES:
“A veces alguien pasa”, Editorial Verbo Azul (2001). ¿Qué me quieres”, Editorial Verbo Azul (2004). “Burbuja” (En colaboración), Editorial Verbo Azul (2004). “A la espalda del agua”, Editorial Verbo
Azul (2008). “Una década de poesía en la
Universidad Popular de Alcorcón” (2003). “El libro infantil de Verbo Azul”, Editorial Verbo Azul (2007). “El libro infantil de Verbo Azul II”,
Editorial Verbo Azul (2008). “Para que él
se llamara Ángel González”, libro colectivo en homenaje a Ángel González,
editado por el Ayuntamiento de Alcorcón (2008). Libro homenaje a Miguel Hernández editado en colaboración por el
Ayuntamiento de Alcorcón y la Asociación Literaria “Verbo Azul”.
REVISTAS:
ÁLORA,
LA BIEN CERCADA, de Álora (Málaga), cuyo último número, en el que también
colaboró, homenaje a la poesía búlgara, fue presentado en febrero de 2009 en el
Instituto Cervantes de Madrid. EL SÍNDROME FELINO (Revista digital). PAN DE
TRIGO, del grupo literario del mismo nombre de La Solana (Ciudad Real). LA HOJA
AZUL EN BLANCO. ASTROFUERTE.
INTERNET:
EL
CALLEJÓN DEL HAMBRE (Programa de radio). ULTRAVERSAL. DESDE EL ALMA. EL
SÍNDROME FELINO. POETAS EN EL AIRE.
Noviembre de 2010
Obra: “LA PIEL
DE LOS MEMBRILLOS”
2º Premio, XXXII
Certamen de Poesía Searus, 2009
“Fui
poniéndole nombre a cada cosa
mientras
tuve
prestada
la inocencia”
Vicente MARTÍN
“De tanto se de voz, me están naciendo
Alondras
de palabras en los labios”
Celia BAUTISTA IGLESISAS
ANTES del mar,
temblaban las estrellas
y el grito de la piedra sobre el aire.
Antes del mar,
la voz en carne viva
desnuda en un desierto de palabras.
EL PEZ sabe que existe
porque a voces
se mira en los perfiles de la lluvia
detrás de la ventana.
El mar no es suficiente:
tal vez tengan razón las azucenas.
PROCLAMO la inocencia de los sauces,
el vértigo del agua,
la certeza tenaz de los balcones.
Y escribo
como si las palabras fueran otras,
como si no tuvieran memoria
los espejos
ni el peso de tu nombre.
Junto a mi boca tiembla
el corazón de un pájaro.
VOY a esperar que vuelvan las libélulas.
Decídselo a las nubes por si quieren
cambiar la contraseña de los pájaros.
Aquí, junto a mi casa, debajo de la
higuera,
he plantado otra vez los girasoles
y algún tiempo desnudo
por
si llueve.
QUISIMOS clausurar la primavera.
Nada sabemos del tedio de la rosa.
VOVERÉ
a ser de luz,
como
las nubes,
a la espalda del ángel.
Volveré
a ser de luz y de ceniza
como un vuelo de alondras por los
labios.
Volveré
como vuelve septiembre a los cerezos,
a tiempo de abrigar a tumba abierta
esta lluvia de sol bajo los párpados.
“El gato en uniforme de paloma ha rasgado la
luz
y
ha muerto un ángel”
Juan
José ALCOLEA.
Yo
no sé si me quedan mil preguntas
cansadas de gritar entre las manos,
o si guardo,
a
punto de suicidio,
algún cielo de estrellas de mi infancia.
Mas sé, porque saberlo es necesario,
que aún florecen de luna
los estanques, y a su sombra
se duermen las cigüeñas.
Y es que a veces es cierto que la noche,
en creciente de anémonas en celo,
desviste las miradas y los ojos,
y llena como en luto las acequias
al tiempo de rendirse en el poema.
NUNCA
esperé la noche,
se me vino de bruces a las manos.
Y dibujé la niebla agazapada
sobre un charcote vidrios y de peces,
y en el quicio del agua,
la
derrota
y el gozo de abrigar entre los dedos
la piel de los membrillos.
NO
HAY NADA más allá de las palabras,
más allá del cansancio absurdo de este
cuerpo
en duelo vertical con los cipreses.
No hay nada más allá, ni la memoria,
ni el ruido de los años que escribieron
el nombre de las cosas.
Me acostumbré a vivir en este abismo
de flores amarillas,
a esperar cada noche sobre el pecho
las últimas abejas.
No
hay nada más allá, ni la inocencia.
Sabed que se han dormido los espejos,
que velan mansamente las estrellas
el minúsculo invierno de los peces.
ELLOS saben de mí,
siguen mi rastro,
mi sombra,
me vigilan.
LO QUE SUCEDE es cierto
al menos mientras tanto.
Para que nada cambie
es preciso advertir a las ballenas
y establecer los límites.
EN MI RINCÓN PEQUEÑO
A
VECES la transparencia
trae
un aire nervioso de cigarra,
una quietud decrépita y desnuda al filo
de la tarde.
Y es que, a ratos,
nos muerde la prisa en los balcones,
la tormenta en los ojos
y en el cilicio cansado de la lluvia
detrás de las violetas.
En mi rincón pequeño apenas hay paredes
para escribir tu nombre,
para gritar tu nombre
como gritan cautivas las gaviotas,
apenas hay refugio
para unos cuantos versos
y el miedo de perderme
como se pierde el sol entre los álamos.
Pero te quiero tanto todavía
que temo haber firmado
de nuevo sin remedio
mi inestable equilibrio con la muerte.
HOY NO PUEDO LLORAR
HOY
es cierto que traigo como arena
la palabra desnuda entre los labios
y este temblor de fiebre en los
cristales.
Porque toda la piel es necesaria
para abrigar la luz de los espejos,
y parece más dulce esta certeza de
octubre
en los membrillos.
Hoy no puedo llorar, que aún encuentro
alondras de poniente es las pupilas.
ES
PRECISO
ES
PRECISO explicar a los cipreses la
medida del aire por sus ramas, el peso
de la luz
y la paciencia finita de la tierra. Pero
no hay quien
pregunte, quien se atreva a exigir el
pago de las
horas, la boca de la envidia, el esquivo
argumento
de los peces. Es preciso, digamos,
aprender de
lo efímero, plantarte cara al sol y
esperar que
despierten cada noche las últimas
luciérnagas,
mientras suena a escondidas, muy
despacio, una
sonata trágica de Hahler.
LA MIRADA DEL ÁNGEL
Apuntes para una poética
HUMEDECED
las sílabas del aire,
la piel del unicornio,
la furtiva memoria de las cosas,
y estableced los límites.
Dejad que duerman
su exilio los galápagos.
LOS DEMÁS ES SILENCIO
OS
DEJO la ternura,
la mirada del sol sobre los charcos
y el vértigo abisal de las tormentas.
Lo demás es silencio,
jirones de costumbre en los colmillos.
Pobre riqueza acaso
para llevar la cuenta de los días,
memoria de la sangre
en la contradicción de los espejos.
Y es que ahora me duele la certeza
antigua de estos años
cosidos a la piel de los delfines.
Si recordáis mi nombre,
decídselo a la lluvia,
oficiad la liturgia de los peces.
Lo demás es silencio todavía.
EN
UN RINCÓN,
la tarde.
Canta un mirlo.
Me basta con saberme
a salvo de la vida.
FE DE VIDA
ABOMINO
del orden,
de las noches azules,
de la herética sonrisa de los muertos,
mas sé que he de vivir
aunque no guarde memoria de lo sido.
Debo permanecer en este absurdo
destierro de los días
y acariciar la voz de los coyotes.
Alguien vendrá
debajo del olvido.
TODA
LA LUZ se duerme al fondo del silencio.
Es inútil rendirse,
las mañanas aún guardan las vocales
tendidas
y el tacto transparente de las cosas.
LO
SUPE desde siempre:
los inviernos regresan a morir
con los lagartos.
Y es que a veces se escriben mariposas
al pie de los cristales
y hay un temblor azul por las naranjas
y un crepúsculo dulce por los labios.
Lo cierto es que amanece todavía,
que me siguen creciendo las palabras,
que todos los abismos
me interrogan
al sur de los disfraces.
Lo supe desde siempre
las gaviotas regresan a morir sobre su
playa.
ERA
UN CÍRCULO el sol,
de azogue el aire:
una gota de tiempo detenido.
Y entre las sombras,
gris,
la tarde nueva
y un rumor de ceniza
por los labios.
“pero esto no
es la vida,
es
un pensamiento de la vida”
Basilio
SÁNCHEZ
HAY
UN CIELO pequeño donde viven
casi todos los pájaros.
Hay un cielo distinto al final de la
lluvia,
en los ojos del agua,
más allá
del perfil azul de las cometas.
Hay un cielo a la sombra de los gatos,
en la tibia erosión de las aulagas,
en la temeridad de los aleros.
Para quien nada sabe, la piel es
suficiente.
Basta abrirle lucernas a la vida.
FUERON
OTROS los ecos
del sol que comenzaba.
Un relámpago apenas,
un enjambre de bocas sumergidas
al borde del espanto.
Y el signo puesto en pie.
Y la palabra.
TODAS
LAS VOCES pueden ser la misma,
el verso,
la hoja seca,
el rumor de la sangre en los violines.
Porque la piedra quiere hacerse piedra.
Y seguir esperando.
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