Los Palacios y Villafranca fue una de
las poblaciones de España y el mundo que asistieron con algunos de sus
productos a la Exposición Internacional de 1862 celebrada en Londres. Así
aparece en el Catálogo Oficial: “Exposición Internacional de 1862 en Londres.
Depart. Español”. El aceite y los garbanzos de Los Palacios, de mitad del siglo
XIX, representaron a los productos agrícolas del pueblo en la magna Exposición
Internacional.
Villafranca
y Los Palacios en el siglo XIX.
Litografía presente en la “Guía del viagero del
ferro-carril Sevilla-Cádiz”, 1864. Foto de Fernando Bejines |
La Exposición de 1862 fue una de las
grandes manifestaciones organizadas por Gran Bretaña para que el púbico y el
mundo vieran el éxito y auge de su industrialización. Las exposiciones tienen
como antecedentes la realizada en el año 1851 también en Londres, donde se mostraron los trabajos y maravillas
tecnológicas de los países europeos y cuyo edificio emblemático fue el “The
Crystal Palace”; le siguió la de París de 1855, organizada por el gobierno
francés del emperador Napoleón III, centrada en los productos agrícolas, industriales
y las bellas artes, siendo su edificio más significativo el “Palais de
l'Industrie”.
La Great London Exposition de 1862 con
el tema "Industria y Arte" se celebró entre el 1 de mayo y el 1 de
noviembre en Londres (Inglaterra). Acudieron cerca de 28.000 expositores de 36
países, mostrando la industria, la tecnología y las artes de la época. Se
calcula que la visitaron más de seis millones de personas (6.116.640),
resultando deficitaria en una importante suma de libras, que fue “condonada por
los contratistas y comisarios regios”. En la exposición se podían ver grandes
maquinarias, motores de vapor, locomotoras, junto con objetos de todo tipo:
telas, alfombras, muebles, objetos de decoración y productos alimenticios. En
esta exposición apareció el caucho como material de uso industrial, así como la
manufactura del acero.
Edificio de la Exposición Universal de 1862 |
En el edificio de la Exposición, situado
junto a los jardines de South Kensington, se encuentran ahora el Museo de
Historia Natural y el Museo de las Ciencias. El responsable de planificar el
evento fue el capitán del Cuerpo de Ingenieros Reales Francis Fowke, quien ideó
como edificio emblemático una nave principal con dos alas contiguas en ángulo
recto, destinadas a albergar maquinaria y equipamiento agrícola.
El inicio de las grandes exposiciones a
nivel internacional coincide en el tiempo con la España Isabelina y la
Exposición de Londres de 1862 con el gobierno de la Unión Liberal del general
Leopoldo O'Donnell. Durante el reinado de Isabel II la economía española sufrió
cambios significativos. A partir de 1850 se aceleró la modernización del país,
se incorporó nueva tecnología de producción, incrementándose las explotaciones
mineras, las inversiones públicas y un progresivo nivel de industrialización. Sin
embargo, mientras que en Europa se producía una auténtica revolución
industrial, en España se iba a ralentí debido a las deficientes infraestructuras
en comunicaciones, alto nivel de analfabetismo de la población, inestabilidad
política, continuas guerras de sucesión, bajo índice de capitalización y escasa
cultura económica en el empresariado.
España y sus provincias de ultramar
(Cuba, Filipinas y Puerto Rico) acudió a la Exposición Internacional con
muestras, principalmente, de materias primas para la industria y productos
relacionados con la agricultura y alimentación.
En las crónicas escritas por José Castro y Serrano para la Gaceta de
Madrid, denominadas “España en Londres”, se comenta…”España vale mucho, pero no
ha aprendido todavía a hacer alarde de ese valor”; “España produce menos que
otras naciones, esto es innegable; pero entre producir menos y no producir
nada, media una mentira de que son responsables los expositores remisos o
demasiado modestos.”. “España recibió aquel día premios abundantes en productos
minerales y sustancias químicas, en productos agrícolas, frutas secas,
preparaciones de alimentación, vinos, bebidas y tabacos…”. “España aparecía
rica en producciones naturales”, “Pero ¿ ha sido aún siquiera análogo su papel
en productos artificiales?.
En general, Castro y Serrano describe de forma
crítica como el país desaprovechó la oportunidad de escaparate que ofrecía la
Exposición a nivel internacional, lugar donde se gana prestigio como potencia, ya
que se podía haber mostrado la verdad de la incipiente industria española del
momento, mostrando objetos y herramientas en el aspecto industrial y no mayoritariamente
lo que ya era conocido del reino, la agricultura y la existencia de algunas
materias primas.
Luis
Justo y Villanueva, en la “Memoria sobre la Exposición
Universal de 1862 de Londres. Diputación Provincial de Barcelona, 1864”, comenta
en relación a los expositores agrícolas nacionales lo siguiente: “Un
industrial tiene interés en exponer sus productos en cualquier exposición,
porque le importa que por insignificantes que sean los conozcan el mayor número
de personas…” “¿Pero se haya en el mismo caso un agricultor? ¿Qué interés puede
tener el que cultiva 10, 12 o 15 fanegas de terreno en que se sepa en
Inglaterra o Francia que coge buen trigo o garbanzos, etc.? Ninguna, pues ni
los franceses ni los ingleses han de venir a comprárselo a él en particular.
Esto sólo puede interesarles directamente a los grandes agricultores, los
cuales ya suelen presentarse; pero no bastan para dar una idea exacta de la
localidad que es lo que se necesita. Se precisa que se agrupen y unan por
provincias o zonas, para una mayor relevancia de lo expuesto y dar una mejor
idea de la zona.”
De la lectura de las crónicas de José
Castro y Serrano y de la memoria sobre la exposición de Luis Justo y Villanueva
se extrae la idea de una escasa o inexistente muestra de objetos españoles en
el aspecto industrial y lo mucho que dejaba que desear la España agrícola del
momento.
La Comisión Agrícola de la delegación
española estuvo presidida por el noble agricultor marqués de Perales, nombrado
a tal efecto por el gobierno. España presentó a la muestra un total de 1.627
expositores, de los que 851 se encuadraban según el Catálogo español en la
Sección 3ª, Sub-clase 1 (Sustancias alimenticias). Entre los productos
exhibidos encontramos cebadas, judías, frutas secas, trigos, maíces, habas,
algarrobas, garbanzos, alberjones, algodón, cáñamos, linos, tabaco, aceites,
vinos, aguardientes y licores, etc.
Catálogo Oficial: Exposición Internacional de 1862 en
Londres.
Departamento Español.
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El
aceite y los garbanzos fueron los productos del campo que
representaron a Los Palacios y Villafranca en la Exposición Universal de 1862
en Londres. Así consta en el “Catálogo Oficial: Exposición Internacional de
1862 en Londres. Depart. Español”. Los mencionados géneros fueron presentados
por Muruvé. M. Seguramente el
apellido estuviese mal escrito, siendo verdaderamente Murube el que debía haber sido impreso. Es posible que la M. fuese
la inicial de Manuel, el octavo de los catorce hijos de la familia Murube Galán
y hermano por tanto del ingeniero y del que fuese diputado a las Cortes Miguel
Murube Galán. No obstante, no podemos afirmar con exactitud dicho dato, dado
que la familia formada por “Lucas Murube Llerena establecido en nuestro pueblo a
finales del siglo XVIII” procedente de la Rioja, padre de los Murube Álvarez y
abuelo de los Murube Galán, fue extensa y numerosa.
Extracto
del Catálogo Oficial de la Exposición, en español.
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“Extracto del Catálogo de la Exposición, en inglés”. |
La familia Murube, una de las más importantes,
acaudaladas e influyentes de Los Palacios y Villafranca, era propietaria en el
siglo XIX de numerosas fincas urbanas y grandes extensiones de tierra,
dedicándose a la actividad agrícola y ganadera, formando parte importante de la
actividad económica del pueblo y la provincia.
Ni los tomates, ni las uvas, ni las sandías
habrían podido resistir el largo y tortuoso viaje, en aquellos años, ni la
estancia durante seis meses en el recinto de la exposición. Quizás por eso no
tuvieron el honor ni el privilegio de representar a los productos agrícolas de
la localidad en tan magno acontecimiento.
Se consumían tantos pucheros de
garbanzos (cocidos) en España que Jean Charles Davillier, romántico europeo que
viajaba por el país, escribió en su libro “Viaje por España (1862-1873)” lo
siguiente: “Si pasáis a España, contad con que os servirán puchero trescientas
sesenta y cinco veces al año y, si es bisiesto, una más”. El garbanzo era una
legumbre habitual en el almuerzo del mediodía; tanto fue así que el cocido se
convirtió en sinónimo de “comida”. A mediados del siglo XX, coincidiendo con un
mejor nivel de vida del país, la introducción de otros platos más sofisticados
y comenzar a considerarse como un alimento de “pobres”, los garbanzos dejaron de consumirse tan
habitualmente.
Eduardo Antón Rodríguez, en la “Guía del
Viagero (sic) por el Ferrocarril de Sevilla a Cadiz, Sevilla, 1864”, escribía….“Los
terrenos de su término (Los Palacios y Villafranca), comprendidos en la
feracísima campiña de Utrera, producen excelentes y abundantes frutos, entre
los cuales sobresalen por su calidad inmejorable, los trigos, los garbanzos, las uvas y las sandías. Los Primeros han
sido premiados en la exposición universal de Londres, las uvas son buscadas por
Jerez y en Sevilla, y las sandías se confunden con las riquísimas de
Utrera en el mercado de la capital”. “Los garbanzos son de lo mejor de la cosecha
de Andalucía; en las eras se venden a ocho duros la fanega, y son buscados
en todas partes”. En cuanto a la industria del aceite se comenta en la guía:
“Molinos de aceite, en el pueblo cinco con tres vigas arábigas, una prensa
hidráulica y tres ídem de husillo; en el término, seis con cinco vigas y una máquina
de husillo”. Tanta importancia se daba en aquellos años al cultivo de garbanzos y del olivar, que la producción
anual por término medio era de “3.500 fanegas la de garbanzos y 20.000 fanegas la
de aceite”.
De los datos aportados en 1864 por
Eduardo Antón Rodríguez en la “Guía del Viagero por el ferro-carril de Sevilla
a Cádiz” se desprende que los productos agrícolas del pueblo, en general, fueron
muy apreciados en los mercados y los garbanzos, en particular, muy cotizados. Con
respecto al olivar, había una incipiente industria aceitera que contaba con 11
molinos de aceite entre el pueblo y sus cortijos y una producción anual de
cerca de 20.000 fanegas de aceite (1.110.000 litros).
Si tenemos en cuenta la calidad y
reputación alcanzada en toda Andalucía por los garbanzos del pueblo, con una
producción media anual de unas 3.500 fanegas (151.000 kilos) que eran “quitados
de las manos” por los intermediarios, no es de extrañar que se cultivasen en
las tierras de los cortijos de Los Palacios y Villafranca dichas legumbres y
más aún cuando en el siglo XIX fue base alimenticia de la población.
La familia Murube poseía en el término de
Los Palacios y Villafranca, Dos Hermanas y Utrera numerosos cortijos y
haciendas: La Capitana, La Romana, La dehesa del Arenoso, El Trobal, Maribáñez,
El Mármol, El Salado, Cabrejas, Cabrejillas, Suerte Lozana, Muapelos, El
Letrado, El Molinillo, etc…Podríamos aforar en más de 1.000 hectáreas de
tierras dedicadas en aquella época, mediados del siglo XIX, al cultivo de
cereales, legumbres y terrenos de olivar; aunque también fueron muy reconocidos
por la cría de caballos y reses bravas.
M. Sánchez Martín,
junio de 2015
BIBLIOGRAFÍA.
1.-
España en Londres: correspondencias sobre la Exposición Universal de 1862 / por
José de Castro y Serrano.
2.-
Memoria sobre la Exposición Universal de 1862 de Londres. Diputación Provincial
de Barcelona, 1864.
3.-
EXPOSICIÓN UNIVERSAL DE LONDRES EN 1862.
Catálogo
Oficial: Exposición Internacional de 1862 en Londres. Depart. español.
4.-Ceres,
colecciones en la red.
5.-
Blog de la Biblioteca Octavio Paz. Biblioteca del Instituto Cervantes de París. "Los lunes del barón Davillier. Del verdadero plato nacional… y no es la paella".
6.-“Guía
del Viagero (sic) por el Ferrocarril de Sevilla a Cadiz, Sevilla, 1864”
7.-Personajes
Históricos de Los Palacios y Villafranca. Francisco Murube Galán y Miguel
Murube Galán. Julio Mayo Rodríguez. Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca,
2003.
8.-
Villafranca y Los Palacios en el s. XIX. Litografía presente en la “Guía del
viagero del ferro-carril Sevilla-Cádiz”, 1864. Foto de Fernando Bejines
Rodríguez.