JUAN MANUEL VILCHES VITIENES
Notas biográficas.
"A título póstumo"
Nace en Málaga el 1 de junio de 1951.
Se traslada a Sevilla con siete años, junto a su familia, donde residió y estudió desde entonces.
Estudió magisterio e inició sus estudios de Filología en la Facultad de Sevilla, mientras ejercía su profesión de maestro.
Fundador del grupo poético “Gallo de Vidrio”, había publicado un libro de poemas: “Aldaba de minutos en la puerta de todos y de nadie”, habiendo colaborado en multitud de revistas poéticas y dado numerosos recitales en círculos y asociaciones culturales y vecinales.
Fundador de la revista lingüístico-literaria “Cauce”, editada por el Departamento de Lengua y Literatura de la Escuela Universitaria del Profesorado de E.G.B.
Había escrito en sus “Anotaciones para una biografía”: “Llevo entre pecho y espalda alguna cicatriz –algún recuerdo– que nunca imaginé que estuviera en programa. Quisiera ser tan alto como la luna, aunque siempre me pierdo en los rellanos y desinflo a sabiendas la rueda del destino”.
Así definió su quehacer por la vida:
“Que degusta el amor, a cada paso
estar ilusionado, en desafío
constante de mirar con buenos ojos
raudales de coplilla y de suspiro.
Y siempre acabo siendo lo que fui:
galán de mil doctrinas de verano,
batiéndome en el vidrio de la carne
las líneas de la frente… ¡Enamorado!.
Autor de una amplia obra poética, en su mayoría inédita, estaba preparando la edición de dos libros: “El libro de las coplas” y “En torno al tiempo”, de hondas raíces populares la primera y de exquisitos matices surrealistas, con amplio dominio del ritmo y del verso la segunda.
La tarde del 4 de abril su corazón se para definitivamente, devolviendo a la tierra cuanto ésta le había dado: el amor a los suyos, el amor a la vida y la lectura poética de su corta existencia.
1982
Obra: “Coplillas sobre el tiempo y el amor”
2º Premio, I Certamen de Poesía Searus, año 1978.
I
El tiempo, palabra eterna
que el hombre lleva grabada
y en su corazón resuena.
II
Habilidad de los años:
parecer que nunca pasan
y que no producen daño.
III
Creo que tienes razón:
el tiempo es como un anciano
que nunca quiso reloj.
IV
Y en mi horóscopo saber
la verdad de las verdades,
cuándo puedo siempre ser.
V
Reflejos del testamento
los sueños que uno desea
que queden en el misterio.
VI
Y el hombre sigue pensando
que la muerte ya no existe.
El hombre sigue soñando.
VII
El hombre que lucha siempre
por la suerte de los niños
es hombre que nunca muere.
VIII
La muerte es aquel recado
que en la puerta de los vivos
dejan los antepasados.
IX
Hablemos con quién hablemos,
nuestras mejores palabras
siempre las recoge el tiempo.
X
Cuanto me siento pequeño
salto y vuelo, vuelo y salto
cuando me siento pequeño.
XI
Procura ir siempre delante
cuando te llame el destino.
Que sirvas de escaparate.
XII
Calza el viento la jornada
que se vive eternamente
en los ojos de la amada.
XIII
Busca su conversación
el ciego dios que me hiere
por dentro, en el corazón.
XIV
A decir verdad, te espero
desde que mi madre dijo:
“éste que sale es el sexto”.
XV
¡Ay, qué pena, madre mía!
Te llevo dentro del alma
y no te veo ningún día.
XVI
En el colegio me aturden
Como “yo amo” y “tú cantabas”.
En el colegio me aburren.
XVII
Yo aprendo lo que me enseñan:
que la libertad se agarra
como una enredadera.
XVIII
Cuando llegue la mañana
la república del tiempo
se asomará a la ventana.
XIX
Niño alado en las entrañas
que voló de mar a mar
para encontrar tu mirada.
XX
Tiempo y amor, noble historia
que el hombre vive en sus ojos.
Tiempo y amor de memoria.
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